Viajes de ‘Cuéntame’
Lunes, 8 de agosto 2022, 05:00
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Lunes, 8 de agosto 2022, 05:00
Los que no somos milenials y nos queda algo de memoria todavía recordamos la ‘carretera de la muerte’. La N-620 a su paso por ... la provincia de Salamanca se convertía cada verano en una romería de vehículos, en su mayoría de matrícula francesa, que a velocidades de vértigo no cesaban de transitar ni de día ni de noche. Recuerdo el peligroso cruce de Pedrosillo El Ralo, donde te podías tirar perfectamente veinte minutos esperando a tener el más mínimo hueco para pasar al otro lado. Había adelantamientos suicidas en los que, en muchas ocasiones, obligaban al vehículo que venía en sentido contrario a apartarse al arcén para evitar un choque frontal con un desenlace fatal. Los más mayores incluso se acordarán de cómo todo ese flujo de circulación formaba un embudo monumental en el paseo del doctor Torres Villarroel de la capital salmantina. No había ni circunvalaciones ni autovías y los sufridos conductores, en su mayoría portugueses emigrados a tierras galas que volvían a sus casas en verano, se tenían que tragar horas de atasco en el adoquinado casco urbano charro.
Viene esto a cuento al ver que este verano hemos retrocedido en el tiempo. Los vecinos de las localidades de Barbadillo, Calzada de Don Diego y Galindo y Perahuy están indignados por el corte que el Ministerio de Fomento ha impuesto en la A-62. El motivo de las obras es un problema en un viaducto y el resultado es que la Autovía de Castilla se ha transformado durante varios kilómetros en una peligrosa carretera de dos carriles. Todos comprendemos que se puedan producir problemas imprevistos, pero lo que no parece de recibo es que un corte de esta magnitud se prolongue durante varios meses hasta alcanzar el crítico agosto. El resultado es una imagen que nos recuerda a esa que mencionaba de la N-620: una caravana inmensa de vehículos, algunos de los cuales se ponen nerviosos y cometen imprudencias que pueden costar un trágico choque en cadena. Además de los sufridos turistas, los mayores perjudicados son los vecinos de las tres localidades del entorno. Los de Barbadillo, por ejemplo, tienen que dar un rodeo de casi 20 kilómetros para poder acceder a la autovía. Un quebradero de cabeza que acaba incrementando el tráfico en las carreteras secundarias con el riesgo que eso supone.
Los que se ‘traguen’ esos días la ‘mutilación’ de la A-62 experimentarán una sensación que puede que suframos todos más pronto que tarde. La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, no ha descartado una reducción de la velocidad máxima en las autovías para ahorrar energía. Da igual que uno de sus referentes, José Luis Rodríguez Zapatero, pusiera en marcha una idea similar en 2011 con unos resultados más que dudosos. Todos recordamos que, en la práctica, la modificación del límite de 120 km/h a 110 km/h fue el ‘chocolate del loro’. Si ahora volvemos a las andadas e incluso la rebaja llega hasta los 100 km/h puede que se dé un escenario rocambolesco. Ribera olvida que consume más un vehículo a 100 km/h en cuarta que a 120 km/h en quinta o sexta. Será más bien una cuestión de conducir de forma eficiente y no de cercenar la velocidad. Si a esto le sumamos que las ventas de coches nuevos se han desplomado, el mercado de segunda mano se está incrementando y muchos españoles que pensaban cambiar su coche no lo van a hacer en previsión de la crisis que se avecina, entonces será lo comido por lo servido. El parque automovilístico envejecerá y eso es sinónimo de más averías, más gasto y más siniestralidad. Y no hay nada en este mundo tan caro e imposible de reemplazar como una vida humana.
A este paso no está tan lejos que volvamos a las imágenes de la N-620 de los primeros años 90. Si las autovías bajan los límites de velocidad y si incluso se cobra por su uso, muchos optarán por regresar a las nacionales. Eso sí, con el aire acondicionado apagado para ahorrar, el brazo asomando por la ventanilla y el coche al borde del desguace. Una estampa más propia de ‘Cuéntame’.
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