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Ya empezamos. No, no, borren, borren. De empezar nada, seguimos igual y a peor, a mucho peor: encerrados en el plan de la ultraizquierda, que ... no es otro que despeñarnos por el precipicio del odio, el enfrentamiento, la ignorancia y la pobreza. Un plan que desde Zapatero solo busca proclamar una guerra civil ambiental que nos haga desconfiados y huraños. Todos sospechosos.
No ha tomado posesión el nuevo Gobierno de Fernández Mañueco, y la izquierda maligna ya ha sacado su artillería con las ya tradicionales soflamas incendiarias: cordones sanitarios, vetos democráticos, que viene el coco o lo que faltaba en el catálogo de estos déspotas, que nadie le dirija la palabra a los consejeros de VOX del Gobierno castellano-leonés. Viva la democracia y el respeto a quienes han votado al PP y a VOX y que a la postre han formado un Gobierno de coalición que, guste o no, es el natural, como en la pasada legislatura lo fue el pacto del Partido Popular con Ciudadanos. Y por supuesto, el que se inaugura ahora en nuestra región es un tándem político mucho más natural que el que formarían PP y PSOE que, quizá en otros tiempos, hubiera sido lógico y hasta deseable, pero conviene recordar que la socialdemocracia y la mínima coherencia exigible murieron con la aciaga llegada de Zapatero al poder. Hoy el PSOE de Sánchez sólo es ruina, oportunismo, resentimiento, manipulación, mentira e involucionismo. VOX al lado del PSOE de Pedro Sánchez y de su pavoroso Gobierno, es una monjita de la caridad y, desde el punto de vista estrictamente democrático, al partido de Abascal aún no se le puede reprochar nada, pues nada ha gestionado. Cuando el Gobierno de Mañueco eche a andar, ya veremos. Hasta ahora mismo, respeto y bendiciones es la posición que debe adoptar una democracia madura y sana, empezando por los propios representantes políticos.
El “nuevo” PP de Feijóo y VOX no deben consentir ser ultrajados, humillados y difamados a diario por la impresentable superioridad moral de una izquierda manchada como nadie por la sangre (incluida la del terrorismo de Estado), y manchada como nadie por la corrupción y por sus amistades peligrosas. Volver a hablar de cordones sanitarios o vetos “democráticos” a la derecha es volver a las tinieblas del gulag, del caos, todo un campamento socialista de vetos y prohibiciones, una orgía de intoxicaciones y confusión.
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