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POR más que nos parezca que a estas alturas de la película lo hemos visto prácticamente todo, la vida siempre acaba dándonos tremendas sorpresas. Ahí ... tienen, por ejemplo, la indescriptible portada del nuevo single de ABBA, mis adorables Agneta, Benny, Björn y Anni, ataviados con esos jocosos trajes intergalácticos, por ponerles un ejemplo. O, más recientemente todavía, y en otro orden de cosas, la fotografía aparecida en este periódico hace unos días, del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco ejecutando unos capotazos por verónicas (pienso que en homenaje a Verónica Casado) en su visita de cortesía a Salamaq, la feria del sector agropecuario, mientras le embiste un carromato con cabeza de toro empujado por algún servicial alumno de la Escuela salmantina de Tauromaquia.
Confesaban en sus declaraciones a este mismo diario los propios alumnos de la Escuela salmantina de Tauromaquia, que aunque para ser la primera vez que han visto torear al presidente no lo hacía mal del todo, seguramente pudiera estar un poco verde para ponerse delante del astado. Es natural. Nadie nace aprendido.
Con todo, dos días más tarde supimos que lo que Alfonso Fernández Mañueco estaba ensayando con el capote no era precisamente para colocarse delante de un toro en sentido estricto sino más bien para el toreo de salón por los pasillos del Parlamento y el Ejecutivo de nuestra Comunidad y más concretamente para torear con mucha destreza y pundonor a su actual socio de Gobierno, el vicepresidente Francisco Igea, que como ese toro empecinado y miope que brama golpeando con la pezuña la arena de la plaza, no vio ni venir hasta que ya la tenía delante de los ojos la burla del capote que con tanta maestría le tendía Mañueco apoyando al PSOE de Tudanca en su afán por retirar la impopular reforma sanitaria rural.
Posteriormente hemos visto a Igea declarando ante los medios que él pone la mano en el fuego por la continuidad del Gobierno regional, pero lo cierto es que se le nota que no solo parece un poco aturdido tras los capotazos del experto matador sino que lleva sobre la chepa las primeras banderillas que vienen a advertirle que o se pliega con menos bravura a las indicaciones del maestro o acabará herido de muerte tras el anuncio de unas hipotéticas elecciones. En fin, es lo que hay.
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