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Una de las sensaciones que mecen mi verano es la que siempre me ha transmitido “Verano del 42”, y más que la película misma de ... Robert Mulligan, simplemente su título, tan evocador, tan sugerente, tan abierto a nuestros propios veranos, de Nantucket a Sangenjo, guardianes del Atlántico; de Massachusetts a Galicia. Y un título que deja además abiertas nuestras propias vidas, nuestros propios veranos, Jennifer O´Neill incluida como dueña de la belleza sublime que todos pretendemos en nuestros firmamentos, sea cual sea esa belleza: una niña inglesa con su mamá en una piscina, un atardecer en el restaurante “Avista” de Funchal, tostadas con mermelada de fresa, un vídeo desde el coche mientras en la radio suena “7 Seconds”, de Youssou N´Dour y Neneh Cherry. O la enésima foto en el espejo de un ascensor. Verano del 21, cuando el zorro le dice a la chica rubia que hace el papel del Principito: “Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil... Pero tú tienes cabellos de color de oro... El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...”.

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lagacetadesalamanca Verano del 21