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Los pactos presupuestarios de Pedro Sánchez con los pistoleros de Bildu acaban de poner el rejón de muerte a la democracia, y ni siquiera tenemos ... barra de bar donde llorar. A la hostelería se le ha impuesto cerrar las puertas y así se acabaron los incómodos ayes del pueblo murmurador y cervecero. El ‘desahogadero’, mejor en casa —dicen—; así, además, la gente se protege del bicho. Mientras, los doctores ministeriales nos atemorizan como a niños chicos con su caudillaje arbitrario, con su mediocridad, con su soberbia, con su falsedad, con su mala educación y lenguaje altisonante. ¡Ah, malditas alimañas que no veis cómo la ambición de poder os ha cegado las pupilas y el egoísmo afilado la lengua y las garras! ¡Vosotros sois el peligro y no el bicho! Acaso, ¿no os enseñaron en casa que cuando hay una desgracia colectiva, lo que se necesita es unidad y no camorra? ¡No, no os podremos perdonar! ¿Dónde están todos esos socialistas, en activo y de bien, que como yo lloran por no comprender nada, dónde? Ah, sí, ‘escarduñando’ al líder: mamándole por detrás, a lo soca, como hacen los corderos huérfanos a otras ovejas para que no les falte leche y teta. Pero ‘a gusto del amo, palos a la burra’.

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lagacetadesalamanca Va por vosotros, hosteleros