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Los pactos presupuestarios de Pedro Sánchez con los pistoleros de Bildu acaban de poner el rejón de muerte a la democracia, y ni siquiera tenemos ... barra de bar donde llorar. A la hostelería se le ha impuesto cerrar las puertas y así se acabaron los incómodos ayes del pueblo murmurador y cervecero. El ‘desahogadero’, mejor en casa —dicen—; así, además, la gente se protege del bicho. Mientras, los doctores ministeriales nos atemorizan como a niños chicos con su caudillaje arbitrario, con su mediocridad, con su soberbia, con su falsedad, con su mala educación y lenguaje altisonante. ¡Ah, malditas alimañas que no veis cómo la ambición de poder os ha cegado las pupilas y el egoísmo afilado la lengua y las garras! ¡Vosotros sois el peligro y no el bicho! Acaso, ¿no os enseñaron en casa que cuando hay una desgracia colectiva, lo que se necesita es unidad y no camorra? ¡No, no os podremos perdonar! ¿Dónde están todos esos socialistas, en activo y de bien, que como yo lloran por no comprender nada, dónde? Ah, sí, ‘escarduñando’ al líder: mamándole por detrás, a lo soca, como hacen los corderos huérfanos a otras ovejas para que no les falte leche y teta. Pero ‘a gusto del amo, palos a la burra’.
Pedro Sánchez ya ha acostumbrado la mano al zurriago con el que desbravar sus reatas, y no le tiembla el pulso si tiene que sacrificar las mulas tercas. El socialismo viejo y cuerdo, sabe bien de lo que hablo. Ese que abrió sus brazos a una España libre y nueva, sin mirar atrás. Ese que sostenía con los otros las pancartas en contra de la brutalidad terrorista; ese que respetaba el himno y la bandera; ese que era fiel, sin eufemismos, a la Constitución y a su Monarquía Parlamentaria. Ese que fue capaz de hacer unas veces gobierno y otras oposición; ese con el que yo viví mi juventud sin miedo; ese con el que yo fui sumando años en la esperanza. Ese con el que yo ahora me duelo ante la tragedia, sin poder compartir la pena en cualquiera de esos asentadores apacibles de nuestra hostelería. ¡Dejadles abrir, insensatos! ¡Necesitamos mirarnos a los ojos los unos a los otros, para no creer que ya estamos todos muertos!
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