Borrar

Este es precisamente el título de la exposición que todavía puede admirarse en el convento de San Francisco de Béjar. La muestra revela los estrechos ... lazos que don Miguel mantuvo durante décadas con ese lugar tan poblado de recuerdos para el rector salmantino, ese hermoso espacio urbano y algunas de las poblaciones próximas donde, citando sus propias palabras, “he dejado muchas horas de mi vida”. Para mí, como para el gran público bejarano y salmantino, ha sido todo un descubrimiento apreciar hasta qué punto la presencia unamuniana cobra vida y revela en plenitud los rastros y afectos, el “diálogo fecundo”, que leemos en uno de los textos del catálogo expositivo, apreciables en el incansable transitar de don Miguel por la ciudad más industrial de la provincia salmantina en aquellos años de esplendor y riqueza. Una ciudad en la que también brotaban ocasionales convulsiones que sacudían los andamiajes de un pueblo sensible a los movimientos reivindicativos de la clase obrera, como han demostrado rigurosos analistas de nuestro Estudio salmantino.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Sigues a Román Álvarez. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Unamuno y Béjar