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En un sistema constitucional que se precie de serlo, una condena penal no puede dar forma legal a la venganza. Tratándose de la corrupción, tampoco ... cabe entenderla como un triunfo del lamentable “... y tú más” al que nuestros políticos nos tienen tan acostumbrados, sino del Estado de Derecho, que se hace carne en el fallo. Por eso, si creemos en la justicia –y no me refiero a ese valor tan trascendente como intangible, sino a su significado institucional–, deberemos ser respetuosos con las decisiones judiciales.

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