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La Gran Exposición de Londres de 1851 fue uno de esos magnos acontecimientos que asombraron al mundo y dejaron probada constancia del poderío económico de ... la Inglaterra de mediados del XIX. Con el fin de visitar la Exposición y recabar datos que pudieran ser de utilidad para el progreso de la industria española, el Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas comisionó a Ezequiel Illán, industrial textil bejarano, como persona de criterio encargada de extraer informaciones de utilidad para el provecho de nuestro país. A Illán le interesó sobremanera la apabullante cantidad de adelantos que pudo contemplar y tomó muy buena nota de los más diversos y llamativos aspectos. Esa singular experiencia la plasmó en un librito titulado Viaje a Londres y otras capitales de Europa. El volumen –valiosa e interesante joya bibliográfica– se estampó ese mismo año en la imprenta de Juan José Morán, sita en la calle de la Rúa de Salamanca.
Madrid, Burgos, Vitoria, Bayona, Burdeos y París marcan las sucesivas etapas acerca de las cuales va dejando Illán reflexiones personales y atinados comentarios. Aprovechó el viaje para visitar otras ciudades inglesas, escocesas y europeas. Pero es Londres la urbe que deslumbra al bejarano. La Exposición le suscita interesantes reflexiones acerca del progreso de una sociedad que estaba despertando a novedosas aportaciones en la industria: minerales, productos químicos y farmacéuticos, las comunicaciones, el carbón (“el carbón es para la industria inglesa lo que el aire atmosférico para la respiración”), la energía hidroeléctrica y, obviamente, la maquinaria textil; no en vano, para él “Béjar es hoy el Mánchester de media España”.
Resultan de especial interés las observaciones que Ezequiel Illán hace en torno a algo que le era muy querido: la lana y la subsiguiente transformación en paños y tejidos. Reconoce la superioridad de las lanas australianas y sajonas, si bien “ni unas ni otras pueden igualar en blancura a las del campo de Salamanca”. Lamenta, eso sí, que la desidia se haya apoderado de una actividad ganadera que tanta gloria y riqueza aportó a nuestro país a lo largo de los siglos.
Hay otro asunto que le preocupa sobremanera, y es la necesidad de que los emprendedores puedan disponer de créditos bancarios de fácil obtención para hacer frente a la usura que ahoga a muchos honrados empresarios. La inevitable comparación con Gran Bretaña le lleva asimismo a abordar la espinosa cuestión de la moralidad de los responsables públicos, pero eso ya es harina de otro costal. Entonces y ahora.
A José Antonio Sánchez Paso, otro bejarano ilustre, le debo la pista sobre Ezequiel Illán, empresario textil entusiasta del progreso que creyó firmemente en la modernización de España y puso todo su empeño en alcanzarla.
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