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Un poco de sentido común

Lunes, 5 de abril 2021, 05:00

En abril de 2020, cuando llevábamos casi un mes encerrados en casa y el coronavirus se empezaba a cobrar una escandalosa cifra de muertos diarios, ... utilicé este mismo espacio para hacer una reflexión sobre el uso de las mascarillas. Eran tiempos en los que Fernando Simón y numerosos consejeros de Sanidad autonómicos aseguraban que no eran de utilidad. Incluso se atrevieron a decir que eran contraproducentes. Mi opinión en aquel momento no difería de la de otros españoles que también nos sentíamos engañados. El desabastecimiento se cubrió con una mentira. Una manipulación que puso en riesgo la vida de muchas personas y se llevó para siempre la de otras. Unos gobernantes honestos hubieran lanzado un mensaje diametralmente diferente. “Señoras y señores, no hay mascarillas en las tiendas ni las habrá en un largo periodo de tiempo, pero su uso resulta fundamental para combatir el virus. Fabríquenlas en casa con sábanas de algodón viejas o usen bragas térmicas cuando acudan al supermercado, a la panadería o a la farmacia”. Si entonces ya sabíamos que el virus se transmitía por las gotas que expulsábamos por la boca o la nariz, no había que ser muy listo para concluir que si ambas partes de nuestro rostro estaban cubiertas, había menos posibilidades de contagiar y de que nos contagiasen. Titulé aquella opinión “El engaño de las mascarillas” y exigía su obligatoriedad en espacios cerrados. Todavía hoy no he escuchado a los iluminados que desaconsejaron su uso pedir perdón.

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