Borrar

Trece días llevamos de enero, en consecuencia, del nuevo año, y ninguno ha sido normal. Todos han tenido su cosa. De las tristezas del primero ... a la ausencia “visible” de unos Reyes Magos digitales, pasando por el asalto al Capitolio, “Filomena” a mi pesar, esta ola de frío turolense más que polar, que hasta el Tormes está medio candado... Se despierta uno cada mañana sobresaltado, esperando lo peor, retrasando el primer vistazo al teléfono móvil y el encendido de la radio por lo que podamos leer y escuchar. Ya no digo nada del Bocyl (Boletín Oficial de Castilla y León), que leemos con el corazón encogido buscando la desgracia que los oráculos más funestos de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea y Verónica Casado, han avanzado horas antes, como pájaros de mal agüero. Agoreros. Cenizos. Creo que hoy toca, así que tampoco será un día normal, de esos que tanto echamos de menos. Con sus rutinas, su lento pasar de las horas, aburrido, si me apura. Y encina es trece. Está tomándose su tiempo este año para mostrarse mejor que el pasado. Solo el avance de la vacunación inyectaría algo de optimismo al momento, pero vamos a un ritmo desesperante, como de tren a Madrid o Barcelona, aunque vamos. Menos mal.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Sigues a Santiago Juanes. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Un día normal