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EL cine acaba de perder a uno de sus mayores aficionados. Manuel Francisco Vicente Peix. No es solamente que él y su esposa, Matilde ... Blanco, fueran a nuestras salas de cine a todos los estrenos y a algunas reposiciones, también es que el bueno de Manuel, al llegar a casa, redactaba una ficha de la película vista y la clasificaba por directores. Se nos ha ido con 94 años y la memoria apagada. También hemos perdido una biografía extraordinaria con derivadas en la política municipal de los primeros años de la Transición -sin duda muy complicados-, el Colegio de Abogados, cuyo decanato pretendió y fue secretario, y sobre todo la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana, del que fue presidente desde 1987 a 2012. A él acudíamos siempre que se daba alguna circunstancia informativa relacionada con alquileres, propiedades, inmuebles... Era el camino más corto, pero también el más fiable. Cazador y futbolero empedernido de su “Unión” desde los tiempos del Calvario, Manuel sufrió la crisis de la caza (actividad más dada a cobrar recuerdos que piezas) y de la UDS, que qué quiere que le cuente lo que se ha sufrido algunas temporadas. La pantalla fue su refugio y espero que ahora colme su afición pegando la hebra con los grandes del cine. Lo siento.
Cuesta encontrar, ver o escuchar una buena noticia estos días. Ya lo ve. Todo son calamidades. Da igual que sea por la sanidad, el deporte, la economía... es lo mismo. Y además siempre hay alguien dispuesto a empeorar más la noticia o a recordarnos que toda situación mala es susceptible de empeorar. Y esto no es bueno para nuestra salud mental. Los bares, que tradicionalmente eran un refugio porque en ellos las malas noticias parece que lo son menos y, sobre todo, duran menos, han sido cerrados por la pandemia y bando de la autoridad sanitaria. Ve, lo que le digo, malas noticias. No hay manera de enhebrar una buena. Las buenas noticias son un bien escaso. Los bares no son una actividad esencial, dicen, lo cual estoy dispuesto a discutir y cuento con el apoyo de algunos psicólogos y psiquiatras, también conozco casos, no crea, y naturalmente dispongo de un rosario de parroquianos de bares cuyo desánimo comprendo en estos momentos. Vienen días duros, amigos; corremos el riesgo de que se nos vaya la cabeza como a la buena reina Juana de Castilla, La Loca, que dicen que está en la fachada de la Universidad de Salamanca, la fachada rica. Afirma la investigadora Alicia María del Canto que la Reina la apadrinó, igual que afirma que está retratada en uno de los medallones importantes con atuendo clásico. También dice Benjamín García-Hernández, otro investigador, que la reina está representada en una calavera de la fachada, que no es sino el árbol genealógico de la monarquía española esos años. Ella es una calavera, su hermano Miguel otra, y la que tiene encaramada a la rana representa al príncipe Juan, finado en Salamanca, de esa manera que dicen las crónicas. Fue un drama la sucesión de Isabel La Católica a pesar de la Concordia de Salamanca, que afectaba a la pobre Juana. Hoy sería su cumpleaños (1497). Se le fue la olla o la pinza, como se dice, que es un riesgo que todos corremos en estos tiempos por falta, precisamente, de buenas noticias. Que ganara Biden lo sería. Y a ver si de ahí en adelante...
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