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Con las magulladuras y heridas de ayer todavía en carne viva, los cuatro púgiles ocupaban ya las respectivas esquinas del cuadrilátero dispuestos a darlo todo ... en un último intento por robar algún voto útil para la causa, creyendo que aún quedaba algún indeciso. A la derecha de sus pantallas, Casado con ese pantalón rojigualda que sólo podría haberle robado el representante de Vox descalificado por la Junta Electoral, y un ojo morado a resultas del directo de Sánchez cuando le recordó que a su partido no lo habían expulsado del Gobierno los independentistas sino la profunda corrupción que caracterizaba a los suyos, hacía flexiones intentando demostrarle al resto de candidatos, su extraordinaria entereza.

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