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Los memes pandémicos han ido a menos. No es la alegría de aquellos primeros días enchiquerados en los que el teléfono móvil no paraba de ... recibirlos; ahora apenas me llega una docena de ellos al día, lo cual interpreto como una buena señal o al menos la señal de que estamos en otras cosas. En las últimas horas ha tenido cierto impacto un envío firmado por los del Mundo Today y protagonizado por una (falsa) noticia según la cual Cayetana Álvarez de Toledo, “en su habitual tono conciliador, que le ha hecho ganar apoyos y simpatías tanto dentro de su partido como fuera” se ofrece a colaborar con Pablo Iglesias, “porque todos estamos aquí para lo mismo”. Se llama ironía y sale al paso de la desagradable riña de esta semana en el Parlamento, donde se vive una realidad paralela a la de los ciudadanos, que estamos a otras cosas. Hace falta un desafiadero donde sus señorías se batan en duelo, como aquel que hubo detrás del Rectorado siglos atrás. Entonces, la Moncloa rectoral era Hospital del Estudio, cuya historia relató nuestra Teresa Santander, así que los heridos tenían cerca el recurso del costurero que remendaba estocadas. Santander escribió otro libro sobre los escolares médicos en Salamanca, que recuerda a los aprendices de galeno dispuestos a echar una mano en hospitales y residencias estas últimas semanas. Fue Teresa una rigurosa estacionera universitaria salmantina, celosa de los viejos libros y manuscritos de la Universidad de Salamanca.
El actual rector, Ricardo Rivero, ha tenido una semana de mucho trajín diseñando el curso que viene. Ha dicho que quiere que sea presencial, pero el hombre propone y el virus dispone, así que no sé. Al final habrá una combinación de presencial y virtual en lo que puede ser una de las claves de la nueva realidad, nada buena para la economía salmantina: pisos, ocio, transporte, alimentación... Vivimos tiempos de preocupación, pero también apasionantes, de los que somos testigos y hasta actores de cambios que no imaginábamos. Ahí está ese “turismo inteligente” que comienza a diseñarse con los concejales Ricardo Ortiz y Fernando Castaño en ello, en el que, supongo, no cabrán según qué despedidas de soltero y soltera en Salamanca. Este sábado, desde una terraza placera, he echado de menos a esos grupos de acompañantes de un pobre disfrazado camino del altar, algo, sin duda, incompatible en la “nueva normalidad” con el turismo inteligente al que vamos. Felicidades, por cierto, a Fernando Castaño por su santo de ayer.
Salamanca ha tenido Fernandos de empaque que ya no están, como Fernando de Rojas, Fernando Iscar Peyra, Fernando Gallego, Fernando Jiménez, y otros que siguen con nosotros, como Fernando Fernández de Trocóniz, alcalde que fue de Salamanca; Fernando Gil, sociólogo; Fernando Rodríguez, economista; Fernando Mayoral, escultor; Fernando Pablos y Fernando Rodríguez, políticos; Fernando Saldaña, actor; Fernando Población, arquitecto... Imagino que también las Fernandas estuvieron ayer de santo, así que felicidades, María Fernanda Lorenzo, uróloga, o María Fernanda Martín, etnógrafa, y ya puestos, a las Fernandicas ledesminas. Es bueno recordar que el primer pabellón construido de la Plaza Mayor se dedicó a San Fernando a la monarquía española.
Viva San Fernando y viva el turismo inteligente, que uno desea que llegue cuanto antes, como la fase 4, esa en la que casi, casi haremos lo que hacíamos antes y ahora llamamos “nueva normalidad”.
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