Secciones
Destacamos
Ha causado un cierto revuelo, aireado por la prensa y las redes sociales, el hecho de que uno de esos astronautas que navegan por el ... espacio, de nombre Shane (como el héroe de Raíces profundas) haya emitido a través de su cuenta un tuit cuando orbitaba sobre la vertical de Salamanca. No entiendo la causa de algunas airadas opiniones porque haya salido a relucir la paella en el mensaje. Lo verdaderamente encomiable es que ha mencionado Salamanca y el Tormes, y que ha saludado con espontaneidad y simpatía ese reconocimiento. Este hombre, en su candor, ha creído hacer una gracieta, y mira por dónde han surgido puristas dispuestos a marcar diferencias entre un plato con arroz llamado de una forma y otro plato con arroz denominado de otra. Como si en Salamanca, además de la secular y lígrima chanfaina, no tuviéramos establecimientos tradicionalmente caracterizados por sus variedades de arroces y paellas que nada tienen que envidiar a las que se puedan degustar en la playa de la Malvarrosa, por ejemplo. No faltan en nuestro entorno exitosas y periódicas jornadas del arroz.
En mi opinión, el tal Kimbrough se merece que, una vez parachutado y asentado en tierra firme, lo reciban los munícipes, le otorguen honras y preseas y lo lleven ante el colega de profesión que guarda los celajes de la Puerta de Ramos de la Catedral Nueva. Sin duda, admirará la serena placidez de su alter ego, que, ataviado con casco espacial y demás atributos, aterrizó en la vertiente norte del monumento en 1992. Un astronauta muy visitado, con tirón propio entre el turisteo capitalino, como podrá comprobar el de la NASA. Aunque no concita tanta expectación como la pétrea rana de la fachada universitaria, nuestro esforzado cosmonauta está retratado por todo el planeta y, si pudiera comunicarse con su compañero de profesión, le trasladaría algunos de los jugosos comentarios emitidos en casi todas las lenguas conocidas. Treinta años lleva impasible, sin alejarse del burlón diablillo que tienta su inmutable placidez exhibiendo un helado de bolas, muy apetecible cuando la solajera veraniega recalienta los muros catedralicios y hace sudar al pobre astronauta embutido en el traje reglamentario.
El tercer astronauta lo tenemos en el Gobierno de la nación, dicen que regentando un no sé qué ministerio de cosa científica o algo parecido. También galopó a su manera por el espacio sideral en galáctica zarabanda.
Cabe esperar, pues, que en esas circunvoluciones haya conseguido detectar atisbos de inteligencia entre algunos de los miembros del ejecutivo al que pertenece. Y que nos diga si el rastro que deja el cometa Halley es una estela o la coleta de otra estrella fugaz que también pasó por el mismo Gobierno.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Román Álvarez. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.