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Torra, siempre Torra. Torra por aquí, Torra por allá Y siempre dejando claro que él se debe a su Puigdemont del alma suya, y que ... su afán, oigan, es la república. ¿Les queda claro? Por si conservaban alguna duda, este hombre ha vuelto a protagonizar un par de anécdotas o tres, de esas que le dejan a la altura del betún nacional e internacional, pero que le vienen muy bien para reivindicar el lazoamarillismo, en el arranque del Mobile World Congress. La primera se resume en el ya tradicional plante del presidente catalán y la alcaldesa de Barcelona de anteanoche, donde queda recogido, una vez más, que a uno y a otra les importa un pepino la heterogeneidad de sus contribuyentes. Lo mismo les da que unos sean independentistas y otros no, o que los haya monárquicos y republicanos, ellos tienen muy clara su respuesta a la diversidad: “para todos café”. Y así andan, pasando de la ciudadanía catalana, al menos en su cincuenta por ciento, como si el tener una responsabilidad política les capacitara para obligar a toda la sociedad a aceptar su ideología y sus malas formas que, por cierto, parecen ir implícitas en ella. Bueno pues si anteanoche la edil y el president se largaron por la puerta de atrás para no coincidir con la corona y el mismo día por la mañana, Torra comenzó el congreso citando a su amado Puigdemont y a los políticos que andan de juicio por cuatro tonterías de nada, ayer el dirigente catalán evitó fotografiarse junto al Rey y al presidente del Gobierno frente al pabellón de España. Lo curioso es que, incongruencias de la vida, justo antes de la instantánea en cuestión, Torra sí había visitado junto a ambos el stand de la asociación organizadora del congreso. O sea que la cosa fue algo así como “me ajunto con vosotros, pero que no se enteren mis independentistas” Dicen desde la Generalitat que no es que evitaran tal momento fotográfico sino que, en realidad, nunca estuvo previsto, porque ellos tenían otras reuniones de las que ocuparse justo en el momento de los flashes, pero el caso es que no hubo retrato “de familia”. Y eso que, en este caso, la alcaldesa sí esbozó su sonrisa para posar junto al presidente del Gobierno y al jefe del Estado. Entenderán que todo esto, además de lo ridículo que resulta, es un lío de narices; pero esos que, verán, el hecho de que haya que dialogar –que hay que dialogar, no cabe duda- justifica, incluso que el rey y el presidente Sánchez, tras el primer desplante no manden paseo a los dirigentes catalanes, que además de independentistas, más faltones no pueden ser.
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