Tetamundi
Miércoles, 2 de febrero 2022, 04:00
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El pueblo eligió para Eurovisión un himno a las tetas y las madres y el jurado designó a Chanel. Como dice mi cofrade Juan Mari ... Montes - que de esto sabe como el que más -, optó por “una causa justa...con una letra que es una idiotez sexista y pelín machista”. No creo que fuera para escandalizar la teta de tres metros del escenario. Aquí llevamos siglos viendo sin rubor en el Palacio de la Salina, esculpido, el pecho desnudo de Cleopatra con el áspid. Y nadie se alborotó en el 2002, cuando Basilio M. Patino, para su película “Octavia”, paseó por la Plaza Mayor a la legendaria Lady Godiva, a caballo y en cueros. Políticamente no siempre ha sido así. Pero hasta los setenta no se vieron unos pechos palpitantes, cuando Victoria Vera - “la musa de la transición”-, dejó caer delicadamente su túnica en un teatro. Y algunos recordarán la sorpresa del alcalde Tierno Galván, cuando le entregaba un premio a Susana Estrada, a la que se le escapó una teta.
Ahora se enseñan pechos al por mayor, como hacen frecuentemente las feministas radicales de FEMEN (cuya sede central es, por cierto, Kiev, capital de la atemorizada Ucrania). Aunque si hablamos de “tetas políticas”, más grande que la de Benidorm, es la teta nutricia por excelencia, la del Estado. ¡Cuánto chupóptero!, desde ministros sobrantes, asesores, funcionarios sin función, enchufados en chiringuitos...La inmensa teta del Estado parece inagotable. ¡Cuánto mamonazo! Si cambiamos de gobierno, su primera tarea será la del destete, hacer soltar el maltrecho pezón a quienes maman incansablemente, sin importarles que la ubre de España se convierta en una seca “tetica de perra” – en expresión de García Márquez -, porque la deuda pública la están cebando sin piedad innumerables mamandurrias.
¿Saben que vivir del desvece, desinflando mamellas honradamente, existió? A mediados del Siglo XX, cuando una madre decidía que su criatura se alimentara de sólidos, se avisaba a un profesional. Recuerdo un artículo descacharrante del académico García Pavón, “Roncales, el destetador”, describiendo su maestría - exenta de deseos pecaminosos -, vaciando pechos de clientas. Más insólito oficio era ser responsable de aplicar unos toques de hielo a los pezones de las vicetiples, antes de salir a escena, para que lo hicieran marcando tetas, los pezones en puntas. Aunque entre estos, el oficio más poético es “el tañedor de senos”, de Gómez de la Serna (en su inolvidable “Senos”). Lo llamaban las mujeres para que se los tañese con delicadeza, por olvidar el grosero manoseo de sus parejas, “arremetedores como topos”. El tañedor dejaba los pechos “alabados, bendecidos”.
Vergüenza me da que los políticos hayan acogido la sospecha de tongo y la hayan llevado al Parlamento. ¿Pero coño, no tenemos graves problemas?
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