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Hace setenta y cinco años el párroco de San Juan de Sahagún, Santos Jiménez, reprochó públicamente a las autoridades que hubiesen dejado solo en “ ... San Juan” el nombre del mercado que se inauguraba, es decir, mostrando incompleto el nombre: Mercado de San Juan de Sahagún. Era aquel don Santos, hombre de carácter en el púlpito y donde fuera, que igual se empeñaba en levantar una parroquia (Fátima) que en todo tipo de “misiones”. Pero, sobre todo, era un sanjuanista tremendo, si quiera porque estaba al frente del templo patronal, el de San Juan de Sahagún, cuya fiesta celebramos hoy. No sé cómo se tomaría el reproche el alcalde de entonces, Antonio García, pero ahí quedó, reseñado en las crónicas de la inauguración del Mercado de San Juan (de Sahagún) hace tres cuartos de siglo, porque fue el 12 de junio de 1945, donde no faltaron como colofón los reglamentarios vivas al Caudillo. Claro que el Mercado había comenzado a plantearse antes de la Guerra Civil, pero en otro lugar, la Plaza del Campillo, para abastecer a los barrios del norte. Las mismas crónicas hablan de los arquitectos: Luis Gutiérrez Soto, autor de los famosos cines madrileños de Callao, el Ministerio del Aire, el Bar Chicote o la primera terminal de Barajas; Javier Barroso, diseñador, entre otras obras, del “Vicente Calderón”, legendario estadio rojiblanco que ya es historia; y Ricardo Pérez Fernández, arquitecto municipal, responsable de las escaleras del Ochavo y de la “Riojana”, por ejemplo, pero también de edificios singulares salmantinos recogidos por Sara Núñez Izquierdo en un libro biográfico fantástico de leer; suyos son el edificio de Casa Paca o el de “Cervantes”, o el muy curioso regionalista que hace chaflán entre la Rúa y Sánchez Barbero, encargado por Roque Sagrado. Él y Barroso habían trabajado juntos en el Palacio de Justicia de la Gran Vía.

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