Borrar

Ana Patricia y yo tuvimos una difícil relación: chocábamos mucho, sobre todo en lo profesional. No había manera de conjugar su calculadora con mi carácter ... apasionado, sus recelos (bien es cierto que lógicos) con mi espontaneidad. Mi sentido creativo de la vida y del negocio se estrellaba una y otra vez con los aduladores de sus equipos directivos, el mayor lastre de las multinacionales. Le insistí en la necesidad de cambiar radicalmente la imagen y la relación con el cliente del banco, y no hubo manera. Una noche, cenando en el “Zuma” de Londres, ¡vaya discusión por culpa de las corbatas rojas de los empleados!: “Ana Patricia, que la plantilla parece el alumnado de un colegio con ínfulas del Corredor del Henares”. No hubo manera. Al menos su padre le dio un soplo de modernidad con el patrocinio del equipo “Ferrari” de F1, algo que ella nunca entendió. Una excentricidad de don Emilio, que se recorrió el mundo con Fernando Alonso. Y lo recuerdo tan feliz con su chaqueta roja.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Sigues a Juan Carlos García Regalado. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Tenemos que hablar