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No existieron en Salamanca talleres como tales, con personal asalariado, hasta 1944 en que aparece el establecimiento de “La Pajarita”, propiedad de Manuel Polo, en ... Vázquez Coronado, 4, con lavado y planchado mecánico de toda clase de prendas, recibiendo los encargos en la Tintorería Madrileña y teniendo otro taller en la calle Cañizal, 2, en el mismo sitio donde estuvo el de 1888. Se instala posteriormente la tienda de “Cacho” en la calle de Zamora, 15, con planchado mecánico americano, al frente de la que se encuentra Fuencisla Perretta. Más tarde aparece en la calle de San Pablo, plaza de Colón, “Planchados Navazo”.
Fueron conocidos los ripios de: ¿A dónde apuntas, Colón? / ¡La respuesta es bien sencilla! / Yo no apunto hacia Sevilla / ni tampoco hacia Alcorcón. / Yo solamente te emplazo / y señalo que a planchar / tu ropa la has de enviar / a los “Planchados Navazo”, que se encontraban en san Pablo, esquina a Pan y Carbón.
Las prendas más antiguas y estimadas de las familias pudientes salmantinas: faldones de acristianar, canastillas, trajes de primera comunión, de novia, de noche o de fiesta, manteles bordados artesanalmente y ropas exquisitas eran puestas al día por el gremio de planchadoras, abundante a comienzos del pasado siglo, cuya plantilla de mujeres innominadas pasaban por las casas de sus clientes. Utilizaban en su oficio pesadas planchas de más de 100 años, de hierro fundido calentadas con carbón y tenacillas a fuego de un hornillo, para planchar, almidonar y encañonar. El encañonado se usaba para las puntillas más delicadas y para cortinas, cortinillas y visillos. Las planchadoras eran especialistas en obtener el brillo en las camisas de etiqueta y en almidonar los trajes de percal de las artistas.
Siguiendo el orden cronológico encontramos en Salamanca: En 1879 en la camisería de Jaime Mañosa en Rúa, 1, enseña el oficio una planchadora madrileña. “Las Andreínas” en 1880 y en la Plaza Mayor, 37, ejercen modistería en general y planchado de ropa blanca. En la calle de los Perdones, 7, se encuentra una “Planchadora Madrileña”, en 1883. Andrea Sánchez Rebollo ejerce en Bordadores 10, en 1884, planchando con brillo y sin brillo y reformando toda clase de sombreros de señoras y niñas, falleciendo a los 88 años. En Toro, 3, “Planchadora Catalana”, en 1885 plancha las camisas de caballero a real cada una, las de vestir y a medio real las demás. Una “Planchadora Catalana” se encuentra en Toro, 33, en 1886. Florencia Rodríguez Martín está en Arriba, 9, donde muere en 1923. Feliciana Sánchez Ledesma, planchadora salmantina, que ha servido en las mejores tiendas de Madrid, abre en 1888 su establecimiento de moda en San Justo 30, encañonando visillos y cortinas. En 1888 existe una planchadora en Cañizal, 2. Luisa Mayoral se encuentra en Silencio, 1, principal, en 1889. En 1897 existe otra “Planchadora Madrileña” en Toro 31, 2º, con dedicación a toda clase de ropa blanca.
En 1915 tienen una encarnizada lucha dos de los principales comerciantes salmantinos de la Plaza Mayor, que discuten como representantes exclusivos de patentes para Salamanca y su provincia: José María Viñuela Corporales se decanta por el cuello de planchado alemán para cuello y puños y Jesús Rodríguez López por el sistema de planchado moderno.
Los personajes típicos de las planchadoras dieron mucho juego escénico en zarzuelas y obras de género chico: Los números de Las planchadoras en “La Chulapona”, de Federico Moreno Torroba, Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw. La zarzuela en un acto y en verso titulada: “El Indiano y la Planchadora”. La copla a la planchadora en “El Curita”, zarzuela en dos actos y un cuadro de Amadeo Vives y Ventura de la Vega. La celebérrima Mari Pepa, la planchadora de “La Revoltosa”, de Ruperto Chapí, José López Silva y Guillermo Fernández Shaw. “La Niña de las Planchas” de Francisco Alonso, Enrique García Álvarez y Pedro Muñoz Seca. “La Plancha de la Marquesa”, juguete cómico en un acto y en prosa de Pedro Muñoz Seca y el schotis de “La Marquesa y la Chulapa”, de Manuel López Quiroga, letra de José López de Lerena y Pedro Llabrés.
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