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Vivimos malos tiempos para casi todo, y sólo las desgracias retransmitidas en directo —el incendio de Notre Dame ha sido el último episodio— nos hacen ... humanos, falsamente humanos, y solidarios, falsamente solidarios. Todo es escenario y todo es espectáculo. Si no hay audiencia, nadie mueve un dedo. Importa la audiencia, no el mensaje: se tiran a las redes sociales poniendo unas faltas de ortografía monstruosas, y no pasa nada, nadie se escandaliza, es lo normal: los acentos se han ido quedando por el camino, la letra “h” pronto será un petroglifo, y el lenguaje acabará siendo una gran onomatopeya.

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