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Hace unos meses se hizo viral un anuncio de alquiler de un ático en el que aparecía la foto de una cocina coqueta, recogidita. Y sería uno más, si no se hubieran interesado por el microondas de la foto y sobre si realmente estaba sujeto por una cuerda, como parecía. El anuncio se hizo viral por la respuesta: ese «sí, claro, está enganchado a la viga». Como si fuera de lo más habitual tener un microondas flotando en el centro de la cocina. Y empezaron las mil y una bromas por redes porque en España nos tomamos hasta los dramas así.
Y como la situación es la que es, y aquí alquilar o comprar está más que complicado, hay también quien ha encontrado la ocupación de recopilar anuncios que sorprendían antes, y ahora, cada vez menos. Está el de ese ático en Barcelona de 11 metros cuadrados que se alquilaba por 480 euros al mes. Y nos cuentan que tranquilos, que se va a limitar el precio del alquiler, y resulta que lo han hecho en Barcelona y ahora hay menos pisos en el mercado y el precio medio es de 1.604 euros al mes. Y calma, que si no lo quieres, alguien pagará, porque la media es de 421 interesados por innmueble, según el Barómetro del Alquiler. Y ocurre parecido en Madrid y en el País Vasco.
En Salamanca, ciudad pequeña acostumbrada al mercado de alquiler por los estudiantes, también la situación ha cambiado. Hace 10 años, por 325 euros al mes alquilabas un apartamento al ladito de la rana y por 310, un estudio en Canalejas. Ahora es difícil encontrar algo por debajo de los 500 y ya no es raro alquilar pisos por 1.400 o más.
Ahora, quien está de alquiler en una ciudad como Salamanca, un oasis, resulta que no suelta el piso. Y eso pasa porque aunque le diga el propietario que le sube la renta, sabe que por los 600 que negoció hace un año, lo más probable es que no encuentre uno como el suyo por menos de 800. Y quien iba a construir no lo hace, porque a ver quién puede comprar pisos.
Antes, en Salamanca, ciudad pequeñita, sin tantos problemas de okupas, el piso viejo sin reformar se alquilaba a estudiantes. Ahora se busca al estudiante para el nuevo y el viejo porque el propietario, que se ve indefenso con la ley y lo está, sabe que es probable que respondan los padres en el caso de problemas. Y además el tipo de contrato es por curso, que le supone más protección.
Y en Salamanca, ciudad pequeñita y aparentemente sin problemas, algunos, los que tuvieron malas experiencias por okupas, se resignan a contratar un seguro de alquiler, aunque pierdan aproximadamente un 3 % de la renta y no entiendan que ellos tengan que pagar por protegerse. Y en una ciudad pequeñita, como es Salamanca, tampoco es fácil encontrar el modelo de inquilino que se ajusta a ese seguro, porque suele exigirse también que el alquiler no supere el 30 % de la nómina y aquí los sueldos están entre los 1.200-1.500 euros y el coste de la vida, cada vez es más alto. Y en una ciudad aparentemente sin problemas, resulta que es difícil que una persona sola pueda alquilar un piso, o una familia con una nómina justita y con algún niño, o un extranjero.
Y no puede ser que todo se reduzca a llamar especulador al propietario, que aquí el piso es una forma de ahorro, y moroso al inquilino, cuando una inmensa mayoría lo que quieren es trabajar y pagar. Y al vulnerable tendrá que ayudarle el Estado pero no a costa del dueño. Y lo que habrá que tener es valentía para defender al propietario del okupa y no al revés. A lo mejor habría así más pisos en alquiler. Y más jóvenes con acceso a vivienda. Y se alquilaría a vulnerables. No es extraño que haya manifestación de sindicatos. Perdón, que es por la subida de las pensiones, que ya está.
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