Secciones
Destacamos
La gastronomía salmantina vuelve a Madrid. A Madrid Fusión. La cita forma parte de nuestros clásicos y especialmente de los clásicos del primer trimestre del ... año en el que tanto pintan la matanza y la pitanza. A Madrid vamos con 23 restaurantes, de los que seis son de la provincia. Vamos con 23 platos en los que predomina el cerdo, la ternera y el queso. Acudimos con las plataformas “Salamanca para comérsela” y “Salamanca en bandeja”. Y llegamos con una infantería de talentosos cocineros, productores y hosteleros, que deben ganar el paladar del público, la crítica y los compañeros profesionales, y deben hacerlo bien porque nuestro turismo depende en parte de esa victoria. He aquí la importancia de la cita fijada para la próxima semana en IFEMA. Sede, por cierto, de la final del concurso nacional de croqueta con la presencia de Gonzalo Sendín y José Gómez, Joselito.
Lee esto el día en el que Manuel Azaña –tan citado en la reciente investidura—hubiese cumplido 140 años. Azaña tuvo un cocinero, Epifanio Huerga, leonés, formado en la taberna paterna de Algadafe, las cocinas de la marquesa de Argüelles y el legendario y galdosiano L´Hardy, donde le fichó el presidente de la República en 1936. Con él estuvo hasta el final y por ello y su militancia ugetista penó con cárcel. En fin, tiene su biografía en el Diccionario de la Real Academia de la Historia y en el curiosísimo “El cocinero de Azaña”, de Isabelo Herreros. Supongo que Epifanio Huerga haría buenas sopas, que es un plato de libro para estos tiempos fríos lleno de virtudes: “sed, da poca, hace dormir y digerir, siempre variada nunca enfada y te pone la cara colorada”, según un dicho de toda la vida.
El catálogo de sopas españolas es muy interesante y no para, ahí tenemos la sopa de hornazo del candelariense mesón Candela, sabrosa y contundente, y la vecina “sopa al estilo de Béjar” rescatada de “Platos Regionales Españoles” de G. Bernard de Ferrer, que tiene hechuras de sopas de ajo, tan populares en el remate de la nochevieja y en jornadas de invierno. “Diario suculento plato, base de toda mesa castellana...”, le dedicó en octavas reales Ventura de la Vega en el siglo XIX, y “plato fundamental, que a la mesa que llegaban venían el hambre a quitar”, según Pepita Calles, una salmantina afincada en Barcelona que localizo en internet. Las de ajo lo tienen todo para ser sopas, al contrario que el bodrio de los colegios y conventos, que llamada “sopa boba” mal nutría a los sopistas salmantinos a quienes Torres Villarroel dedicó algunas líneas. Era don Diego sopero, seguro, y escribió “engulle el poderoso rica sopa cuando a mí me contenta una zurrapa”, que lo mismo es la precipitación de sedimentos en un líquido que un plato de lomo de cerdo frito en manteca. Solo Mafalda, el personaje de Quino, rechaza la sopa por principios, quizá porque representaba la omnipresencia militar en Argentina, como si aquí la sopa fuesen los políticos. Porque otra cosa no, pero tenemos a los políticos hasta en la sopa como tenemos un gobierno que es una sopa de siglas. Y como tiene que haber de todo, Guille, el hermano de Mafalda es un entusiasta de la sopa. Hoy es su santo, San Guillermo, según el santoral de mi agenda.
P.D. Por alguna extraña razón, que no comprendo, prácticamente han desaparecido los caldos invernales de los bares y las sopas de las casas de comida. Una pérdida irreparable. De momento a Madrid no llevamos sopa. Vaya.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Santiago Juanes. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.