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Dejando aparte los sondeos gastronómicos a los que nos tiene acostumbrados el desvergonzado Tezanos, si algo queda claro de las últimas encuestas que han intentado vaticinar el voto que los castellanos y leoneses emitirán este domingo es que Luis Tudanca no será el próximo presidente ... de la Junta. Y no porque no se lo haya gastado en esta campaña. De un tiempo a esta parte, cada vez que entro en una página web -da igual si es un medio de comunicación o de compras online- me encuentro con su pálido rostro barbado junto a un fondo rojo en el que me invita a votar Castilla y León (?). Debe ser el algoritmo, que me tiene fichado como posible votante socialista. ¡Je!
Dado que su paso por el debate de la semana pasada en Televisión Española resultó absolutamente insustancial, mucho tendrá que apretar en el que mañana emitirá CyLTV si quiere rascar algún voto de última hora. Lo cierto es que si no gana en estas elecciones, convocadas sin la más mínima elegancia por un Alfonso Fernández Mañueco que parece haber perdido la carrera del relato, ya puede ir pensando en buscar otros horizontes. Lejanos a ser posible.
Como vaticinan las encuestas, pierde Tudanca, pero también Mañueco, que se vería obligado a pactar con Vox de alguna manera para mantenerse en la presidencia de la Junta de Castilla y León. Los primeros sondeos le daban una mayoría absoluta, ahora suda la gota gorda al comprobar que el tiro de la convocatoria electoral le puede haber salido por la culata.
A pesar de sus innumerables promesas, no está brillando en la campaña, las cosas como son. Decir que va a poner en práctica en Castilla y León lo mismo que ha hecho Ayuso en Madrid o Feijóo en Galicia le está restando entidad. En lugar de presentarse con una personalidad y un discurso propio, da la impresión de que necesita unas muletas en las que apoyarse y que sin ellas no es capaz de avanzar. Y la presencia de Pablo Casado, quien también arriesga mucho en estos comicios, juega más en contra que a favor, tal y como están las cosas entre los votantes populares.
Por eso, Mañueco necesita un golpe de efecto. Lo podría dar en el último debate, pero no va con su personalidad. El salmantino no es un tipo que seduzca, a pesar de la muy moderna campaña visual que le han preparado en esta ocasión, con una preciosa fotografía en tonos azules en la que mira al infinito y más allá. El líder del PP regional es más un hombre de aparato, de partido quiero decir. Cuando todavía no había terminado la licenciatura de Derecho, ya hacía carrera en el despacho del grupo municipal popular en Salamanca. Representa el ejemplo más exitoso de una generación política que comenzó allá por los primeros noventa en las aulas universitarias. Y, desde entonces se ha movido como pez en el agua, ascendiendo sin parar. Y precisamente ahora es el partido lo que tiene que mover si quiere que su arriesgada apuesta de diciembre le salga bien.
Hay que tener en cuenta que va a ser la primera vez que las elecciones autonómicas vayan separadas de las locales. Es decir, eso de votar al presidente de la Junta y al alcalde de tu ciudad a la vez desaparece. Y la conciencia regional brilla por su ausencia en Castilla y León. Por eso, creo que si Alfonso Fernández Mañueco quiere salvar los muebles el próximo 13F, desde esta mañana debería empezar a llamar por teléfono personalmente a todos y cada uno de los alcaldes del PP en la región para reclamarles que se muevan de forma más activa que nunca para que consigan el voto de sus convecinos. Sí, una estrategia de vendedor puerta a puerta, pero que puede darle mejores resultados que la organización de un macromitin, lleno de estereotipos, preparado para que brillen más otros líderes regionales que él mismo. De lo contrario, el panorama que se presenta da mucho miedo.
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