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DESPUÉS de la reunión del miércoles entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónoma, pude leer en muchos medios y escuchar a la ministra, ... que no había nada nuevo bajo el sol, que todo iba a seguir igual... Y me lo creí. Ya lo sé, soy un ingenuo, pero me lo creí. Quizá porque ya nos hemos llevado tantos palos, tantas sorpresas, decidí asomarme a lo que va siendo una lectura habitual, que hace años pensé que jamás revisaría: el BOCYL.
¡Sorpresa! Sí que ha habido un cambio, un cambio para mí esencial, un cambio que ha entrado en vigor a las 12 de la noche, y que se mantendrá hasta el día 9 de abril. Solo permiten en casas las reuniones de los convivientes. Eso sí, no van a echar a nadie de su casa si viven más de cuatro, lógico por ese lado.
¿Pero qué pasa con los que vivimos solos? Nadie ha pensado en nosotros, nadie. Ya en la época del confinamiento, los que vivimos solos fuimos olvidados y, si ya fue una etapa dura, el hecho de tener que afrontarla con uno mismo, no hace más que poner más trabas. En otros países a los que viven solos se les ha dado permiso para elegir una (o dos, según el lugar) personas que, a efectos legales (es decir, de multas) puedan ser considerados convivientes. Aquí no, aquí se nos olvida, se nos aparta, pero eso sí, nos dicen que mucho ánimo.
Si quiero ver a alguien tengo que hacerlo en la calle (fuera de mi casa), pero nos recomiendan que intentemos estar en casa el máximo tiempo posible. Y la soledad es muy dura, la soledad entra sin llamar, hiere sin avisar y nos duele sin pedir perdón. Porque el ser humano es un ser social, porque fueron muchas las personas afectadas por problemas psicológicos en el confinamiento, y los siguen sufriendo ahora. La soledad no ayuda, pero eso no se tiene en cuenta.
Entiendo que no se puede legislar para cada caso. Que hecha una ley siempre habrá un caso (o más) donde aplicar dicha ley sea un contrasentido, pero yo no soy una excepción. Somos muchos los que vivimos solos, somos muchos los ignorados con esta nueva salida de tono de la Junta, somos muchos los que nos sentimos maltratados.
En fin, amigos de los bares, ya por obligación, por aquello de no estar solo durante esta Semana Santa, me tocará ir más a veros.
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