Semana majestuosa

Quizá quiera nuestra Emérita esta semana majestuosa conocer a María Victoria Mateos, Norma Gutiérrez e Isabel García Sánchez, salmantinas que lideran el escalafón regional de investigadoras. A quien conocerá será a Ángeles Almeida Parra, que interviene en la reunión. Miembro del IBSAL y experta en neurobiología molecular, referencia en la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo. Las mujeres de la semana no se quedan aquí: ayer fue homenajeada María Galiana, hace unos días la ingeniera Teresa Rodríguez fue nombrada directora general de Producción Agraria, el viernes Ana Pastor, que fue estudiante en Salamanca, también fue homenajeada en el Colegio de Médicos en el reconocimiento a los jubilados en las últimas hornadas en las que cada vez hay más mujeres, un reconocimiento que precede a la Marea Blanca de hoy, que recuerda la necesidad de mejorar nuestra Sanidad, y luego está Mayte Conesa, directora de la Filmoteca Regional, donde ha abierto una emocionante exposición que recuerda las primeras elecciones democrática con fotografías de nuestros maestros gráficos Núñez Larraz, Ángel Laso, Salvador Polo, Ángel Esteban y Eusebio Martín. En un momento de la exposición aparezco explicando las imágenes correspondientes al concierto de Miguel Ríos en Salamanca, que algunos consideran el concierto de la Transición obviando otros de los que salimos apaleados por los “grises”. Es una gran exposición y sobre todo una emocionante exposición. Y aunque Mayte se sonroje, felicidades. También a Paco Martín del Molino, que me consta muy implicado en ella. Debo seguir hablando de reyes, como corresponde a esta semana majestuosa. Tengo encima de la mesa “Penélope en el balcón”, de Ángel de Arriba, albercano. Ganó el primer premio de Relato Salmantino de la Fundación Gaceta y se edita coincidiendo con los cien años del viaje de Alfonso XIII a las Hurdes. Arropan el texto ilustraciones de Florencio Maíllo, recuerdos de José Luis Puerto, datos de Mariano Esteban, y un álbum fotográfico. El relato es una visión personal de aquella visita y cierto misterio, eso que tanto me gusta y se llama intrahistoria, que te permite enredarte en los detalles de Doña Rosario y dejar lo épico para los historiadores. Menos de setenta páginas, que si se leen despacio llevan su tiempo y forman parte de la actualidad de estos días. Y bienvenidas, majestades.