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Se ventilaba el Campeonato de Superbikes en el Autódromo Internacional Ayrton Sena de Goiania. La carrera había resultado muy disputada y con distintas alternativas pero ... ya en los instantes finales había colocado en primera posición al piloto André Veríssimo. El tipo, sintiéndose virtual ganador, decide levantarse de la moto y celebrar brazos en alto la victoria. Mirando en completo éxtasis hacia el cielo, decide reducir la velocidad cuando faltaban unos metros para cruzar la meta. Sucedió que antes de que la bandera de cuadros saludase al que se presumía ganador, sus inmediatos perseguidores, Ovaldo J. Filho y Marcelo Skaf, que venían a mil por hora por la derecha lo adelantan inesperada y sorprendentemente. André Veríssimo, regresa a la cruda realidad, aún a tiempo para ver cómo su moto traspasa la meta en tercer lugar por detrás de sus dos colegas. Su cara era todo un poema, recogiendo en el escalón más bajo del pódium el correspondiente trofeo al idiota más destacado del circuito.
Me viene a la memoria esta imagen cómica y ridícula del motorista André Veríssimo celebrando el pasado mes de diciembre antes de tiempo la victoria, al contemplar las escenas de la irresponsable y desahogada peña de jóvenes y no tan jóvenes cantando y bailando abrazados sin guardar las distancias pertinentes y con las mascarillas bajadas, en ese jolgorio infame y estúpido celebrado el pasado sábado en nuestra Plaza Mayor. Las lamentables escenas, por cierto también repetidas en otros lugares de España, se hacen virales tras decretarse el fin del estado de alarma.
Me pregunto, ¿qué estarán celebrando? ¿Acaso hemos conseguido derrotar la pandemia cuando apenas está vacunada un 12 % de la población? ¿Quedó para siempre desterrado esa noche el virus de nuestras vidas? ¿Hemos salido victoriosos de la batalla que aún nos mantiene en vilo? ¿O acaso celebramos que ya por fin, como asegura algún eslogan político de reciente y tramposa confección, hemos conseguido de nuevo la libertad soñada para hacer el idiota sin complejos, desbarrar y volver emborracharnos sin tino con todas las de la ley y de este modo regresar a lo que la experiencia nos ha demostrado que nos conduce de nuevo al punto de partida de otra ola de contagios generalizados, presión sanitaria y el obligado cierre de negocios tras la imposición de nuevas restricciones?
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