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Creo que nunca dejo de darle vueltas a cómo Salamanca podría salir de su ostracismo, de su empeño de aislarse del resto del mundo, de ... su falta de reflejos y ganas para mover la economía, la educación, la vida. Y sobre todo me preocupa cómo podría frenarse la pérdida de población, que es lo que a la postre nos convertirá en un museo momificado... y no tardando mucho, pues Salamanca se muere y la pandemia ha sido un golpe de gracia para todos, no digamos para sectores como el comercio tradicional o la hostelería, mientras las grandes cadenas se reorganizan ante el nuevo futuro. El anunciado cierre de una conocida marca internacional en la calle Toro es una buena prueba del cambio súbito. No se libra nadie, ni de los efectos de la crisis sanitaria ni del tsunami ya irreversible que ha traído Internet.
Pero quedarnos como las vacas al tren, algo muy salmantino, no es la solución si amamos Salamanca, si deseamos ser parte del futuro. Y si Internet es el enemigo, siempre lo he visto así, unámonos a él, no queda otra. Salamanca debería saber combinar lo clásico de nuestra manera de vivir, nuestro “slow life” particular, con el vértigo de los nuevos tiempos. Pero no: seguimos esperando que vengan los madrileños y que nos miren como seres de zoológico. Una noche de hotel, una cena (o un bocadillo), cuatro cañas, y ya.
A Salamanca lo digital le sigue sonando a chino, como si fuera una tienda de congelados, y sigue empeñada, sus instituciones, en no buscar su porvenir. Veamos un ejemplito: precisamente hoy, en la cercana localidad portuguesa de Bragança (unos 30.000 habitantes), finaliza el plazo para inscribirse en un programa municipal (financiado por la UE), que permitirá a 4 personas, o 4 familias, alojarse gratuitamente durante el mes de mayo en una casa, acceso a Internet incluido. El objetivo es atraer profesionales a Bragança que puedan descubrir otro lugar para vivir en esta época de teletrabajo, alejados de las prisas de la gran ciudad. La iniciativa del ayuntamiento trasmontano, llamada “Libertad para recomenzar”, es todo un pequeño hito para no quedarse atrás. Conozco gente que se ha mudado de Varsovia a Tenerife, que se ha ido a teletrabajar a Puerto Escondido, en México; que ha cambiado los despachos de Bruselas por una finca del Campo Charro... Hoy esto es posible, y lugares como Salamanca lo tienen todo para ganar en los nuevos tiempos, para ganar “nómadas digitales”. Y el proyecto piloto de Bragança es un precioso arranque.
Más información y vídeo: https://www.cm-braganca.pt/servicos-e-informacoes/noticias
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