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Esta mañana he ido a sacar a mi perro de paseo, vamos, como todas las mañanas. Lo que pasa es que esta mañana me he ... fijado en un cartel de “se vende” de un local justo en frente de mi casa. No sé por qué me ha dado por contar los carteles como este o similares (se alquila, se traspasa) que había en los cien metros hasta llegar al parque donde Kike hace sus cosas. Cinco. Cinco carteles de este tipo, cinco locales o pisos que están en el mercado y nadie los ha querido. Cinco solterones que, como se descuiden, se van a quedar para vestir santos. No sé a ti, pero a mí me han parecido muchos.
Y claro, como ya lo tenía metido en la cabeza, me he ido fijando por las calles en los muchos que había. Algo parecido me pasó de pequeño cuando mi padre se compró un Audi y pensé que todo el mundo se había puesto de acuerdo para comprar la misma marca. No, es simplemente que yo no me fijaba.
No sé tú, pero yo conozco ya varios negocios que se han cambiado de local para tener mejores condiciones. Ya sabes, ley de oferta y demanda. Cuando hay mucha oferta y poca demanda los propietarios de estos inmuebles tienen que ofrecer mejores condiciones si no quieren que su local o piso se quede vacío.
Pero no es eso lo que me ha preocupado. Lo que me ha preocupado es los muchos que están vacíos, que siguen vacíos, que pasa el tiempo y ahí están.
Los locales son, o han sido, el recipiente donde se montan negocios. Si hay locales vacíos da la sensación de que hay menos negocios. Y ojo, he dicho da la sensación, porque entiendo que estamos en el siglo XXI y que, y ahora más después de la pandemia, hay muchos negocios que no tienen presencia física, si no que operan por internet. Os pongo un ejemplo, conozco una ilustradora afincada en Salamanca cuyos clientes son la mayoría empresas de Madrid y Barcelona.
Pero es una sensación mala, una sensación que deprime, que no da el aspecto de ciudad viva que Salamanca debería ser. Paseas por la calle y parece que, el que tenga posibilidades, podría comprarse media ciudad (vale, estoy exagerando, pero me has entendido).
A mí me hace ilusión cuando veo que abren negocios nuevos. Parece que la vida pelea con la muerte, permíteme la comparación. Que entre pequeñas esquelas de negocios que se fueron, o que no van a llegar, alguien, algún loco, decide hacer caso omiso de las señales y se tira de cabeza y abre la puerta.
No soy quién para dar soluciones, no las tengo, ni sé las consecuencias o el futuro, solo te comparto algo que he pensado esta mañana cuando paseaba a mi perro.
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