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En unas horas será izada la Mariseca coincidiendo con el día de Santiago. La enseña que anuncia desde hace siglos que habrá toros, en este ... caso en septiembre, que cada vez está más cerca. Su izado irá acompañado de un avance del programa de fiestas de Salamanca por parte del alcalde, Carlos García Carbayo o del concejal de Cultura, Fernando Castaño. Quizá de ambos. Todo ello le da relevancia a un día que en otro tiempo era fiesta nacional y recordaba al patrono de España, Santiago apóstol, representado en Salamanca matando moros como si tal en el Colegio Fonseca y la iglesia de Sancti Spíritus. Fonseca fue fundado por un arzobispo de Santiago, Alonso III, hijo a su vez de otro arzobispo de Santiago; una fundación que le costó la vida al historiador Villar y Macías, según la tradición. Y Sancti Spíritus formó parte del convento de las comendadoras de Santiago, a cuyo mando llegó a haber reinas. Lamentablemente, la iglesia de Santiago, junto al Puente Romano, fue desgraciada por un arquitecto pucelano que se pasó de frenada en la rehabilitación. Hoy es un adorno. Era la iglesia del barrio de Santiago, el más miserable, entonces, de los barrios, habitado por obreros de las tenerías y sus familias, entre las que hubo muchas lavanderas, siempre en riesgo de morir de una pandemia de cólera, tifus o lo que pasara por sus aguas. El barrio de la aceña del Muradal y la fábrica de luz, del cementerio de estudiantes, del anatómico de San Nicolás, del hospital de Santa María la Blanca dedicado a venéreas, el barrio de la Puerta del Río... Santiago era, entonces, mucho Santiago, con su curiosa procesión, que relata Luis Maldonado –esta semana se cumplieron 96 años de su muerte—y era la alegría de los niños. Hoy, si no fuese por la Mariseca, el día sería uno más. Así que sí, algo tiene de reivindicación estas líneas alrededor de Santiago, tan importante tiempo atrás y hoy casi olvidado. También tenemos las fiestas de un rosario de pueblos que lo tienen por patrono y lo celebran con alegría, desde Santiago de la Puebla a La Maya, Mozárbez o Matilla de los Caños. En consecuencia, el nombre no es tan frecuente en las partidas de nacimiento como años atrás y quién sabe si los Santiagos somos hoy una especie en vía de extinción sobrepasados por los Pablos, Danieles, Diegos, Álvaros o Jonatan. No lo sé, pero, de momento, aquí estamos. Está don Santiago Martín, El Viti, que es la referencia de todos nosotros, y al que tengo muy presente. No sabe, maestro, cuánto siento lo de Mari Carmen, su esposa. Están mis vecinos, los Santiago Fernández, relojeros; Santiago Battaner, rugbier y uno de los Santiagos del Salamanca Rugby Club, donde los hay de todas las edades; está Santiago López, hombre de letras e historias; Santiago Tamariz y Santiago Santamaría, músicos de los que saben dar la nota justa, como Santiago Alonso encuentra siempre en sus escritos la palabra adecuada, lo cual es una bendición; a Santiago Andrés, matemático, siempre le salen las cuentas, Santiago Vicente, psicólogo, tiene la cabeza en su sitio y coloca las ajenas; también anda con la salud a cuestas el doctor Santiago Santa Cruz, de los últimos pata negra de izquierdas que andan por los alrededores está Santiago Sánchez Vicente, y también está Chago, que cada mañana comparte café y periódico en el “Brocense”. Hay más, pero a estos los tengo localizados y próximos, en una especie de reserva natural esperando tiempos mejores para una advocación que lo fue todo y un nombre que estuvo entre los preferidos.

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lagacetadesalamanca Santiago y la Mariseca