Secciones
Destacamos
Vamos sabiendo cosas de las fiestas salmantinas de septiembre. Por ejemplo, que el presentador de Firt Dates, que es un programa de televisión de citas, no literarias, sino de emparejamiento, o sea, Carlos Sobera, protagonizará en el Liceo «Miles Gloriosus», comedia de Plauto, un clásico, que traducida viene a ser «Soldado Fanfarrón». El tal soldado se llamaba Pirgopolínices –ríase ahora de los nombres de hoy—y puede imaginar que era tonto y todos le tomaban el pelo. Ya sabrá la historia, pero conviene recordarla: en la fachada catedralicia que mira al Palacio de Anaya, entonces Facultad de Filosofía y Letras, se pintó a finales de 1936 con el visto bueno del Ayuntamiento y el Obispado, entonces en manos de Enrique Pla y Deniel, un víctor que ensalzaba a Franco como «miles gloriosus», con más precisión «miles hispanicus gloriosus». Todo el mundo sabía lo que ahora usted y yo estamos pensando, pero era mejor no moverlo. La censura miró para otro lado, los falangistas promotores se hicieron los «orejas», en la Facultad, imagine, y ahí estuvo el dichoso víctor curso tras curso, una semana de Pasión tras otra, inasequible a tedeums, fiestas y desfiles, que me pregunto si hoy con la Ley de la Memoria Histórica en la mano se hubiese eliminado, porque aquello más que ensalzar más bien conseguía lo contrario. Por edad lo vi como también algunos otros retratos de Franco con casco de soldado en algunas fachadas salmantinas, al igual que conocí el callejero franquista, pero aquel «miles gloriosus», oiga, era la alegría de la izquierda intelectual salmantina. Bueno, pues ahora viene la obra de teatro. En septiembre. Si tiene la impresión de que queda lejos aún, deje que pase un poco el tiempo y verá.
Leo la evocadora noticia teatral intentando entender al tiempo el hallazgo iniciado por Ana Lao-Rodríguez en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, que este sí está en Salamanca, sobre la percepción del silencio en el cerebro. Andan también en el hallazgo David Pérez y mi admirado sabio Manuel Sánchez Malmierca. En un momento leo que a veces el cerebro espera percibir una cosa y los estímulos que realmente percibe son otros. Me ofrezco como ratón de laboratorio porque esto me pasa mucho y en campaña electoral aún más, y estoy seguro de que a los censores que están saliendo en defensa de nuestra moral todavía más. Sus cerebros andan confusos y no como el del poeta Luis García Montero, que inauguró en Fonseca, al sol de Poniente, los Cursos de Verano de la USAL, que convierten a Salamanca estos días en una Brasilia europea con tanto estudiante y profesor de allá. A pocos conozco con la claridad de juicio de García Montero. Personalmente creo que los silencios en general le vienen bien al cerebro, como los datos. Pero no sé cuál de los dos, datos o silencios, son su primera o segunda respiración.
Parece que fue ayer cuando buscábamos desesperadamente mascarillas y ahora no sabemos qué hacer con ellas cuando las encontramos en bolsos, chaquetas, bolsillos y carteras. Ya son una recomendación, solamente eso, así que esta mañana cuando vaya al Hospital me la pondré, sí, pero sólo por si acaso. Hay una pequeña historia de la mascarilla, que empieza con ciudadanos orientales acaparándolas en Salamanca avisados de la que venía; sigue con su búsqueda desesperada por farmacias y almacenes, y con algunos emprendedores fabricándolas de forma casera en pleno cerrojazo, como me contó Fely Campo, que las repartía; continúa la historia con mascarillas «fashion», episodio al que siguió las de quita y pon, que unos llevaban en los codos y otros en los bolsillos, y termina hoy con ellas convertidas sólo en recomendación incluso en centros sanitarios, casi es argumento de comedia. En medio, hay historietas curiosas como la de ver al personal subiéndosela para tomar la cañita de mediodía, ir por el campo con ellas puestas o a los niños intercambiándoselas en el patio colegial. Hay una pequeña, pero gran historia de la mascarilla, que igual acaba volviendo.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.