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No sé qué ocurre. Llevo ya años tratando de ubicarme. De ubicarme en España y en el mundo, pues ni siquiera me queda Estados Unidos ... como refugio espiritual e intelectual. Demasiada confusión. Es la palabra: confusión. Digamos que estoy sentado en los anillos de Saturno observando escandalizado cómo caemos en el pozo sin fondo de la estupidez y el terrorismo ambientales.
Pero si el mundo está loco, como si rescatara la terminología de los abuelos ante la llegada de los Beatles a Madrid en 1965, lo de España ha llegado a niveles de auténtico satanismo en una orgía de malvados, analfabetos y fútbol. Y yo, pobre sentimentaloide, estremeciéndome cada vez que escucho “Eres tú” ...
Siempre he visto a España bastante bien a pesar de sus traumas -más impuestos que propios, como el causado por siglos de “leyenda negra”- y, sobre todo, a pesar de su principal problema social y emocional: las envidias; envidias por todo: por ricos, por pobres, por felices, por infelices, por enamorados, por desahuciados... Pero lo de ahora supera todos los límites de la salud mental política y mediática, con un Gobierno y unas televisiones empeñadas en hacer del odio y del racismo nuestras principales señas de identidad. Según esta panda de gilipollas y ectoplasmas, los españoles además de racistas profundos -nunca lo hemos sido, nunca nos educaron en ello- somos unos profesionales del odio por el odio; según estos borrachos de resentimiento nuestras vidas las marca el odio, somos puros delincuentes del odio: sale un retrasado con una cruz gamada a la calle y todos, pero todos, somos nazis según ese bobalicón indecente llamado Marlaska, otro tonto útil para la causa de quienes están en destruir España y a nosotros con ella. Sale un pobre idiota gay que se ha montado una película en su vida, y todos, sin comerlo ni beberlo, somos homófobos, todo son noticias de homofobia, de jaurías de cazadores de gays que salen de batida por la ciudad... Y suma y sigue en este carrusel de horror, mentiras que salen gratis y manipulación continua de la realidad, especialidades de la venenosa cocina sanchista. Cocina hedionda con sabor a terror de Estado.
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