Secciones
Destacamos
EL año pasado, a propósito de la película mexicana “Nuevo Orden”, resaltaba en uno de mis artículos la frase del filósofo español George Santayana, “sólo ... los muertos han visto el final de la guerra”, título además del cuadro de Omar Rodríguez-Graham con el que abre la cinta distópica de Michel Franco bajo los acordes de la sinfonía número 11 (El año 1905) de Dmitri Shostakovich.
La frase ahora, en este ambiente de guerra y desolación televisadas, se hace una vez más portavoz de la podredumbre humana, aunque en realidad, con bombas o sin ellas, hace tiempo que vivimos permanentemente en una guerra de bloques no declarada. La codicia contra la generosidad, el poder contra los valores; en definitiva, lo de siempre: el mal contra el bien, el demonio rasgando nuestros corazones con sus afiladas y sucias uñas.
Vivimos cada día en la guerra de otros, somos refugiados en un mundo de locos, de parásitos, de corruptos que atacan inmisericordes nuestras vidas, nuestro bienestar y nuestra bien ganada paz. Somos refugiados de este ataque masivo de nazismo, de populismo, de mediocridad, de soberbia. El orgullo del imbécil: ser testigo del derrumbe de nuestra Civilización. La rendición de Japón primero y de Gorbachov después, de nada sirvieron. Fueron un espejismo, como lo fue el resurgir de la Iglesia con Juan Pablo II, el resurgir de un hombre mejor, de un hombre LIBRE mejor. Y aquí, en este abismo cavado en la Historia, es donde se encuentra Pedro Sánchez, que no para de hacerse selfis delante del mundo en llamas y atacando con su falso “talante” los cimientos de la democracia. Sánchez y los otros, sus otros, son los enemigos de la libertad, nuestros enemigos. Putin es un brazo ejecutor, un loco con el botón nuclear a mano, pero estos niñatos occidentales, carne de oficina de desempleo, son la teoría y la práctica de la represión a través del empobrecimiento económico y cultural. No es más que la gran obra de la izquierda en honor del Mal ejecutada por Sánchez y sus socios con precisión quirúrgica. Somos, ¡son!, hijos del resentimiento y de una España sin espíritu, sin orgullo, en la que la cerveza barata ha sustituido al sacrificio y “First Dates” a la reflexión en una España que ha vuelto a las tinieblas del analfabetismo. Sánchez, por la senda que abrió el incendiario de Zapatero, nos está llevado a la caverna. Nosotros veremos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Juan Carlos García Regalado. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.