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Estaba anunciado. Pedro Sánchez comparecería en vísperas de final de año para anunciar una seria de medias, el plan anticrisis o el escudo social que ... llama él, que pagaremos todos, pero con las que pretende comprar voluntades antes las citas electorales del próximo año, primero las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo y luego las generales, que serán en diciembre si antes no le interesa adelantarlas si las encuestas le son más favorables que ahora.
La rueda de prensa que dio ayer tenía un tufo electoral que tiraba para atrás. Más cuando las encuestas, incluidas la de su amigo Tezanos, no le son muy beneficiosas para sus intereses.
El cheque de 200 euros, del que don Pedro ha hecho poco más que el anuncio de la lotería de Navidad, no sabemos si es poco o poquísimo, porque hasta que no analicemos hoy el Boletín Oficial del Estado (BOE) desconocemos si recibirá la misma cantidad un hogar con una sola persona que en el que sean diez miembros. De cualquier manera, son migajas que salen del bolsillo de todos nosotros, no nos engañemos.
Ya dijo la exministra Carmen Calvo Poyato cuando estaba con Zapatero que el dinero público no es de nadie. Sí, sí tiene dueño, aunque a Pedro Sánchez le parezca que puede disparar con pólvora ajena para conseguir más votos.
El dinero con el que ayer intentó regar media España como si se tratara del Gordo, sale del bolsillo de todos nosotros a través de impuestos como el IRPF. Por cierto, algunos expertos aseguran que la única medida para luchar contra la subida escandalosa de los precios, que afecta a colectivos tan damnificados por las sucesivas crisis, sería deflactar el IRPF, pero eso no está en las previsiones del Gobierno y menos ahora que se lo ha planteado la oposición.
Es curioso que en esta crisis el Estado es el único que ha seguido aumentando los ingresos sin que el Gobierno haya hecho ningún esfuerzo por apretarse el cinturón.
Don Pedro no ha disminuido el abultado número de asesores, ni el numeroso Consejo de Ministros -el más grande de la democracia-. Ni siquiera se ha molestado en mandar al motorista con la carta de despido de los ministerios superfluos e inútiles. Ahí siguen todos, hasta el titular de Consumo, Alberto Garzón, que cada vez que habla sube la cesta de la compra, deja en la miseria a algún colectivo o hunde el mercado español por el desprestigio sobre determinados alimentos. Menos mal que se le ve poco el pelo. Por no hablar de la señora de Pablo Iglesias. Lo poco que ha hecho la ministra Montero nos ha costado muchos disgustos. Su ley estrella, la del “sí es sí”, ha beneficiado a más de un centenar de agresores sexuales, pero la culpa es del “machismo” de algunos jueces que la aplican erróneamente, según ha dicho ella.
El intervencionismo en el mercado del alquiler, al congelar el precio de los alquileres para aquellos contratos que se renueven durante seis meses, me parece que nos iguala bastante a los países bolivarianos.
Ayer el presidente del Gobierno tampoco aclaró cómo, cuándo y dónde se podrán adquirir los abonos gratuitos de Renfe cuando solo faltan cuatro días para que se terminen los que están vigentes. Hay muchos viajeros que el próximo fin de semana se desplazarán de forma gratuita, pero hoy no tienen garantizado que la vuelta sea gratuita o que encuentren billete. Por no hablar de las comunidades de propietarios que tienen calefacción de gasóleo, a las, que a juzgar por lo que dijo ayer el presidente, se les acaba la bonificación del combustible. Tendrán que protestar, como ya lo hicieron los del gas, si quieren que les hagan caso.
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