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Todas las noticias tienen caducidad, pero mientras caducan, hay familias, explotaciones y municipios que lo han perdido todo o casi todo. Es curioso cómo a ... la hora de pedir nuestros votos y machacar al contribuyente a impuestos, todo es válido con el fin de subvencionar campañas, asesores, equipos de sesudos...
Este ojo que observa, hoy destruido por la catástrofe que ve en nuestros campos, explotaciones, casas de pueblos, fincas, municipios rurales... etc, se pone del lado de todos los damnificados y usa su voz para dar un grito de guerra contra la situación que se ha vivido en la provincia de Salamanca.
Queridos lectores no es solo lo que ha recogido puntualmente nuestra GACETA, atenta y veraz a cuanto sucede; lo que se lee en la prensa es la punta de un iceberg que se hunde en minúsculos y cayados contribuyentes que, además de ver anegadas sus casas, se han quedado sin su “modus vivendi”, pues sus explotaciones están prácticamente destruidas. Han perdido ganado, cercas de fincas, paja almacenada para todo el invierno, piensos para animales, maquinaria... y un larguísimo etcétera. El campo es una empresa más en la que se ha de invertir para luego obtener un beneficio. Con el precio desorbitado de las cosas, muchos ganaderos invirtieron dinero para pasar el invierno sin sustos. Hicieron bien sus deberes, compraron para evitar las subidas de paja y piensos que ya están por las nubes...
Este ojo ha visto navegar pacas de paja de gran volumen por los arroyos y regueros, que se convirtieron en bravíos ríos “regalándonos” estas riadas que hemos tenido a modo de pedrea de comienzo de año. El pienso y los tacos se fueron en dos horas en sacos o en polvo aguas abajo. Las cercas, las paredes divisorias de cercados y propiedades, pasaron en un abrir y cerrar de ojos, de hilos de espino y acero a hilos de seda que el agua enfurecida se llevó y lo que ha quedado, está inservible.
He visto la impotencia y la desesperación porque lo que la naturaleza da es imparable... Pero hay cosas que son previsibles. El dinero hay que gastarlo para limpiar y arreglar los cauces. Zamora ardió por lo mismo que Salamanca se ha inundado... y aquí no pasa nada. Una vergüenza. La culpa fue del “Cha, cha, chá”.
Pido urgentemente declaración de zona catastrófica para todos los que se han visto afectados que, como buenos charros lígrimos, llevan una semana limpiando y llorando en silencio cuanto se ha llevado y destruido el agua. Muchísimos no tienen seguros de ningún tipo, porque en el campo y en los pueblos la vida va de otra manera. Las casas son grandes, las explotaciones también y si se asegura todo... lo que se saca es para las aseguradoras.
Los hombres y mujeres del campo están como su tierra, que no tragan más. Y mientras tanto a la gran mayoría les da igual lo que pase, mientras en los supermercados tengan todo lo que viene de los campos. Salamanca se ha ahogado y ahora ¿qué?
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