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NO necesito estudiarme los Presupuestos de 2022 para saber una cosa: que Salamanca seguirá sin ser parte del Estado español. Por mucho que nos enorgullezcamos ... de ser españoles, no somos nadie para Madrid, no existimos; estamos en la misma “reserva india” que los orensanos, los zamoranos o los extremeños, solo nos faltan las plumas y estar borrachos todo el día. Y no descarto que algún abrazafarolas del Consejo de Ministros anime a poner carteles a las entradas de nuestras provincias o regiones en los que se advierta “atención, nativos sueltos”. Lobos sí, nativos no, debe leerse en la pancarta que cuelga en Moncloa para regusto de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz mientras pasean su perverso amor por los jardines. Entre estos dos y Santiago Pedraz, creo que la tasa de suicidios entre los cupidos que revolotean por ahí en busca de corazones se ha disparado. Ya ni el amor respetan, pues para estos “pijoprogres” solo importa el poder, la avaricia y el postureo, y hasta el “Hola” se ha convertido en manual del buen marxista.
A lo que iba, que me enciendo: vuelven los Presupuestos y vuelven cargados no de millones, sino de cuervos que nos sacarán los ojos. Otra lluvia de dinero para seguir sosteniendo el insostenible estado del bienestar, al que nadie, ni la derecha, se atreve a revisar, a cuestionar, a darle una vuelta de tuerca. Nos han hecho creer -tontos, que somos tontos- que el estado del bienestar es un maná que cae del cielo en la mejor línea de aquel adefesio socialista llamado Carmen Calvo: “El dinero público no es de nadie”. Y con esa idea, suma y sigue. Se dispara el gasto social, aunque de social tiene poco, ya que las inversiones públicas que mejoren nuestras vidas son inexistentes. La riqueza la crean el aire y el modo zen -modo zen de izquierdas, naturalmente-.
Es toda una declaración de guerra al progreso que los Presupuestos de 2022 destinen 6 de cada 10 euros al gasto social, algo en lo que históricamente se han empecinado los gobiernos tanto del PSOE como del PP, mientras la mayor demanda social, la Sanidad y la Educación, siguen atascadas en las listas de espera la una, y en una maraña de leyes caprichosas (un ministro, una ley) la otra.
España no avanza es el resumen que extraigo del anteproyecto de ley de Sánchez y sus coristas. Seguimos en la misma senda de comprar votos... Dicen estos manirrotos que quieren hacer un país más productivo, competitivo y sostenible, y me pregunto cómo lo van a hacer si su objetivo es una sociedad dependiente y parasitaria. Un gulag social... y Salamanca una reserva india.
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