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Salamanca al natural

Lunes, 15 de junio 2020, 05:00

Asomarse a balcones infinitos donde un río divide dos países que hoy están más separados que nunca. Rupurupay, Felipe, Fraile, el Moro, La Code, La ... Vela, Mafeito... El Duero se muestra sublime y diverso en cada uno de ellos. A veces entre laderas que se derrumban sobre el lecho fluvial dejando fértiles campos de olivos, vides y cítricos. Así ocurre en el entorno del salto de Saucelle. No es el Mediterráneo, son las Arribes del Duero. En otras ocasiones, el cañón se vuelve tan profundo que las paredes graníticas se tornan rudas y estériles. Imponentes y abrumadoras. Acantilados fluviales que dibujan uno de los paisajes más singulares de toda Europa. Así se presentan en Aldeadávila. Pero en Mieza la imagen es diferente gracias a su bosque de almez, esa especie que los antiguos miezucos usaban para hacer leña.

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