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Rosa, el color del cáncer de mama

Martes, 20 de octubre 2020, 05:00

Escribo en el día internacional del cáncer de mama. Un día que lo tiñe todo de color rosa solidaridad. “Rosa -me dijo un día, con ... cierta amargura, una afectada-. No es precisamente el color del que se ven las cosas cuando el cáncer irrumpe en tu vida y lo trastoca todo. Incluida la regla. Por eso, cada vez que veo esas compresas que ya no necesitas porque los tratamientos te la han hecho desaparecer, me pongo del revés”. Es una queja. Podrían ser otras. Las mujeres que padecen cáncer de mama han de poder quejarse. No solo se trata de poner buena cara al mal tiempo. También de atreverse a chillar y a patalear hasta a acostumbrarse a que, el mejor de los cánceres de mama, el menos agresivo, el de mejor pronóstico, el más curable, le da la vuelta a la vida de la paciente y a la de toda su familia. Estadios del cáncer, nombres raros que lo acompañan -ductal in situ, invasivo, tubular, medular, mucinoso, papilar, cribiforme, lobular inflamatorio, metastásico-, tratamientos extremos -radioterapia, quimioterapia-, pastillas preventivas a tomar durante cinco o diez años, con multitud de efectos secundarios -menopausia, osteoporosis etc.- y la posibilidad de una mutilación mayor o menor (aunque siempre cabe la reconstrucción). Eso es lo que significa un cáncer de mama. Por suerte, ya con mucha menor probabilidad, la muerte. Aunque es cierto que hay mujeres que padecen un cáncer de mama, lo superan y luego recaen. Quizás al final de su vida. Pero es que, como un día dijo uno de nuestros máximos sabios respecto al cáncer, el bioquímico Mariano Barbacid “si viviéramos 120 años es muy probable que todos acabáramos padeciendo un cáncer”. O volviendo a padecerlo.

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