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Cuando se inauguró el Palacio de Congresos, hace treinta años, estuve allí, en una de las cabinas habilitada para la radio, al lado de Ana ... Sánchez White, transmitiendo la inauguración. Fue emocionante. Todos pensamos que el PdeC acogería desde entonces todos los días un congreso, reunión, asamblea o concierto y no fue así. Aquello resultó ser muy complicado. Lo podría haber contado en la gala conmemorativa Antonio Hidalgo, que estuvo entre los invitados y formó parte de las tripas de la casa. Todo aquello es historia y ahora se quiere comenzar de nuevo. De momento ya ha habido alguna reunión y sobre todo mucha música, y el viento parece soplar de cola. El alcalde, Carlos García Carbayo, dijo desde el atril que el año que viene se espera que sea el más parecido al último prepandémico a efectos turísticos y de reuniones, pero ya veremos si la economía lo permite. Espero que sí. La cita conmemorativa reunió mucho arte con la guitarra de Antón Jiménez, la voz de su hija, Gabriela, voz capaz de romper costuras y con aires black, como la que tenía Rosa López antes de que la destrozasen en O.T.; hubo ballet y sobre todo humor con los Spasmo. Qué arte, y qué gracia, oiga. Lo suyo demuestra la necesidad que tenemos de reírnos. Se comentó después. Recordé de la biografía del PdeC aquella final de Miss España o la inauguración de la Cumbre Iberoamericana con Fely Campo, que también conoce bien el recinto, como Cuca Gonzalo, de “El Tormes” o Inmaculada Rodríguez, que fue presidenta de la Asociación contra el Cáncer y organizó alguna cita científica en este recinto. Uno participó en ella, pero a efectos de presentador. No hace mucho también la Asociación, con Ángel Losada en la presidencia, organizó una presentación. Hubo autoridades municipales, provinciales, como Carlos García Sierra, y regionales, como Julio López, y puestos a echar de menos anoté a Jesús Málaga, que movió la creación de este palacio lo que no se imaginan. Con mis admirados Miguel Ángel Galán y Eva María Martín Valle, recordé que la Universidad de Salamanca cedió el solar sobre el que Juan Navarro Baldeweg levantó el Palacio de Congresos, cuya cúpula vio levantarse micra a micra Enrique Cabero, presidente del Consejo Económico y Social, como recordó a varios. Aquellos días fueron muy emocionantes y espero que los próximos treinta años también nos traigan emociones de las buenas desde este PdeC. Quizá acoja la celebración del 50º aniversario de la Asociación de Amas de Casa y Consumidores, que hoy preside Gracia Sánchez. Me dijo que ya está con los preparativos.
Horas más tarde de la gala conmemorativa supe de la muerte de Antonio Romo, párroco de Puente Ladrillo y muchas cosas más. La idea más extendida por el barrio es que era un santo, de los de ahora, de los que obran el milagro de con poco conseguir mucho repartiendo. Un concepto de santo alejado de los milagros aparatosos. Antonio fue mucho Antonio a pesar de su cuerpo menudo. Un titán de la solidaridad cuyos reconocimientos en vida le sirvieron para llamar la atención sobre las necesidades de nuestra sociedad. Conozco a alguno más de esta traza. Y también a alguna. Se marchó entre aplausos sinceros de los suyos. Otra pérdida de estos días ha sido la de la ganadera Mari Carmen García Cobaleda, y esposa de Santiago Martín, el Viti. Madre y abuela. Su enorme corazón no fue suficiente y lo lamento de veras.
A pesar de estas noticias, Salamanca dio bien en televisión durante el concierto. Sobre todo, cuando apareció en escena la nueva iluminación artística. Ahí la Plaza Mayor también es imbatible. El ruido ambiental era inevitable y en un momento determinado los músicos se vieron sorprendidos por las campanadas del reloj, que están por encima de todo, incluido Schubert; la pajarita disparada del director del concierto, Andrés Salado, y por los aplausos a destiempo de los asistentes; hay que indicar cuándo se debe aplaudir y cuando guardar las palmas en programas de mano para evitar estos deslices tan incómodos. Imaginen que diría nuestra reina emérita, Sofía de Grecia, que volvió de nuevo a Salamanca y de nuevo comprobó que se la quiere. Hasta cuando quiera, señora.
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