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Alguien tiene que recordarlo: hace unas horas nació el mito del Lunes de Aguas de Salamanca. Esa fiesta en la que la ciudad celebraba el ... regreso de las meretrices del retiro cuaresmal a su local de trabajo, la Casa de la Mancebía, después de una cuaresma a pan y agua. Ellas no ganaban nada por no ejercer, de ahí que se diga a quien está pelado de dinero que se encuentra “como puta en cuaresma”, y a ellos imagíneselos. La orden de no ejercer era tajante y no solo en la Mancebía de Salamanca, en otras, como la de Sevilla, lo mismo: ni en fiesta, cuaresma, cuatro témporas y vigilias, que sumadas una detrás de otra dan muchos días al año. Solo la cuaresma son cuarenta días y cuarenta noches, más o menos como los 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina. Un drama. Nadie sabe qué hacían las pupilas durante la cuaresma, si ejercicios espirituales sometidas a sermones de aparato, o sea, aparatosos y terribles; si ejercían clandestinamente con grave riesgo de sus vidas; si marchaban a casa a visitar a la familia... Cualquiera de todas estas cosas, pero el caso es que no ejercían y la ansiedad por su ausencia en la clientela se convertía en fiesta el “Di di pasar las aguas”, como decía aquel estudiante italiano y putero, de nombre Girolamo y natural de Sommaia, provincia de Florencia, en plena zona roja del coronavirus, cuando hablaba del Lunes de Aguas. Esa presunta fiesta ha dado lugar a la fantasía de barcas engalanadas de ramas llevando a las mancebas, remontando las aguas del Tormes desde Tejares, lugar del retiro, hasta el Puente Romano, entre el alboroto de estudiantes y demás vecindario, que no digo yo que no fuese así, pero entonces el obispo mandaba mucho y celebrar la Pascua de esa manera no lo veo. Hay quien dice que sí, que cruzaban las aguas, pero por el puente para una obligada misa en la Catedral y vuelta a la Casa de la Mancebía, según escribió, al parecer, José Iglesias de la Casa, Poeta Iglesias. Las no arrepentidas, claro. Aquella casa situada junto al Mesón de Gonzalo Flores y no lejos del cementerio judío, al otro lado del río, por el Teso de la Feria, o sea, lejos para evitar tentaciones. El Barrio Chino, siglos más tarde, estaría más céntrico, pero también con sus problemas de acceso. En resumen, que el Miércoles de Ceniza comenzaba a gestarse el mito de nuestro Lunes de Aguas, que ha contribuido a nuestro prestigio universal, junto al hornazo, naturalmente.

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