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Me dicen ahora mismo que mañana tengo una cita con Pedro Sánchez en Moncloa. y no tardo ni un nanosegundo en excusar mi presencia. ¿Por ... soberbia?, ¿por conflicto ideológico?, ¿porque me resulta insoportable?... No, en absoluto, simplemente porque no tengo nada que hablar con él, pues en estos años de (des)Gobierno ya ha dicho y hecho todo lo que tenía que decir y hacer, básicamente mentiras y barbaridades con las que mantenerse un minuto más en Palacio. Pero entiendo que mucha gente vive abducida por la erótica del poder, lo ejerza quien lo ejerza, ya sea un chimpancé del circo, Mickey Mouse o Pedro Sánchez. A mí me sedujeron Adolfo Suárez, Margaret Thatcher o Bill Clinton (I miss Bill), cada uno de ellos con un plus de personalidad, decisión y buen hacer.
Y por todo lo dicho, qué pereza me dio imaginar la entrevista que mantuvo Mañueco con el presidente en Moncloa el pasado jueves con el fin de trasladarle los muchos problemas y necesidades castellano-leonesas en general y salmantinas en particular, a lo que Sánchez respondió con su habitual sonrisa idiotizada, la misma pose de mármol que puso en distintos momentos del día con los presidentes andaluz y gallego a los que también recibió en su dacha de la carretera de La Coruña.
De verdad, no puedo imaginar una conversación normal de Mañueco con Sánchez, no puedo. Uno habla y el otro mira al vacío, sonriente. ¿Castilla y León, where is it? Ni Jack Nicholson en “Alguien voló sobre el nido del cuco”. Dada la escena, no es serio este cementerio (gracias Mecano).
En cuanto a la ciudad del culo del mundo, quiero decir Salamanca, Mañueco le habló a Sánchez de mejoras en las mínimas conexiones ferroviarias que tenemos, del liderazgo de la Universidad (lamentablemente solo se habla ahora de su papel en la enseñanza del español), de los accesos a la ciudad que llevan décadas congelados, o del enlace de la A-62 y A-66 en Buenos Aires.
Y Pedro Sánchez, me lo imagino: dime Alfonso, dime... Y si alguien quiere profundizar algo más en la reunión, les remito al extraordinario editorial de ayer en LA GACETA, contundente y claro y del que deberían aprender los políticos castellanos y salmantinos, acostumbrados en exceso a soltar una retahíla de peticiones que jamás se cumplen. Y en la siguiente legislatura, la misma retahíla. Y luego nos morimos.
Dice Mañueco que ahora “la pelota está en el tejado de Sánchez” y que estará “vigilante”. Sánchez tiembla: Where is Salamanca? Y Sánchez mira a Mañueco como quien mira a un aborigen del Amazonas. Qué escenas aquellas del sofá, cuando Felipe González le encendía un “Ducados” a Suárez. Al menos aquello era el mundo real.
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