Secciones
Destacamos
Es un clásico que la aparición del libro en la Plaza Mayor atrae la lluvia, de ahí que uno, en ocasiones, recomiende a las gentes ... de nuestro campo encomendarse más a Cervantes o Nebrija que a San Isidro. Pocas han sido las ocasiones en las que he recorrido en mangas de camisa los puestos de los libreros de lance y haya ojeado bajo el sol su mercancía de libros viejos y de ocasión, un placer que por nada del mundo cambio por el de husmear por las redes sociales libros antiguos.
Un libro viejo tiene una textura y un tacto diferente, que la exploración por internet no permite comprobar, como tampoco el olor.
Los libros viejos tienen un olor especial como consecuencia del paso del tiempo, la metamorfosis del papel y seguramente de las casas por las que ha pasado.
Igual que hay catadores de vino capaces de determinar su uva, la madera que le ha transferido aromas y hasta los años que ha dormido entre tablas y vidrios, podría haber catadores de libros que arrimando la nariz nos digan cosas que de otro modo no sabríamos. Guardo como oro en paño un recetario que fue de T. Santander (¿Teresa Santander, ilustre profesora de Salamanca?) que huele a cocido debido, probablemente, a su prolongada estancia en una cocina, entre fogones en los que bullía la sopa y todo lo demás.
Ayer abrí de nuevo el libro –lo hago cuando hay feria, como estos días– y allí estaba ese olor que me lleva a una cocina de guisotes de toda la vida de dios, como está la sangre de San Genaro lista para coagularse en su fiesta.
A veces es una firma, una fecha, una dedicatoria, un papel olvidado... el que te da una pista o sencillamente despierta la imaginación y te crea una historia.
En una vieja guía de Salamanca, de Enrique Esperabé de Arteaga, encontré una entrada de acceso a San Esteban y un papel con una anotación: “te espero a las cinco en el Gran Hotel”.
Sí, yo también pensé lo mismo que está pensando usted en este momento. Todo es distinto en un libro viejo, aunque su contenido sea idéntico al mismo que se pueda comprar hoy. Salta a la vista.
Un “Episodio” de Benito Pérez Galdós editado allá por los años veinte tiene un sabor diferente porque está más cercano al momento de haber sido escrito, que el mismo “Episodio” adquirido hoy. O me lo parece.
De esto he hablado largamente con mis libreros de cabecera, desde Begoña Ripoll, de “Galatea”, a Ana Fortes de “Mundus Libri”, pero también Miguel Ángel Cortés, de “La Nave” y Cele Santos, de “el Buscón”. Seis librerías salmantinas participan en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión abierta ayer, cuya mercancía que hizo evocar de nuevo a los famosos Centenera, hermanos que en algún momento de su larga vida vieron en el libro negocio.
Fue cliente. Uno de tantos que para conseguir un libro tenías que llevarte dos tablas de logaritmos, un par de misales, tres vidas de santos y algunas novelas de amor o del “Oeste” que te endosaban en el paquete y pesaban como dios le daba a entender.
Igual que el Museo del Comercio le dedicó uno de sus álbumes (maravilloso) alguna edición de la Feria tendría que recordarlos, por lo que significaron para el mundo del libro.
Hubo un tiempo en el que el Concejo salmantino tuvo que llamar la atención sobre el emplazamiento de órdenes religiosas: se corría el riesgo de que los únicos vecinos de Salamanca fuesen frailes, sacerdotes o monjas.
Aquellas órdenes dejaron un patrimonio que si no está vacío se encuentra muy cerca de estarlo, algo de lo que ya advirtió hace tiempo Jesús Málaga y ahora da forma a un ciclo de conferencias de Ciudadanos en Defensa del Patrimonio que, supongo, aportará soluciones. Siglos más tarde de aquella ocupación urbana, el franquismo permitió que se crease un “cinturón negro” de conventos, teologados, residencias, monasterios...
Negro, por el color de las sotanas. También sería interesante el análisis de este fenómeno, que instaló la idea de que Salamanca era una fábrica de curas. Quizás un día sea preciso un “in memorian” de aquellas instituciones religiosas desaparecidas y solo presentes en libros viejos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Santiago Juanes. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.