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En la semana del corazón, con San Valentín al fondo a la derecha, nuestro Ayuntamiento nos llama a activar la mente, sabiendo que el amor ... no atiende a razones. Nada hay más irracional que el amor y ahí está, a los pies de la Peña Celestina, el Paseo del Desengaño, como prueba irrefutable de lo que digo. Tan irracional, que hay quien se salta el confinamiento perimetral para ver a la novia y ante la pareja de la Benemérita que le ha pillado confiesa que era una necesidad. Y llegado el caso lo es, digan lo que digan Igea y Casado. Ahí lo dejo. Por el amor de Luis Bárcenas a Rosalía Iglesia se ve el PP en otro aprieto judicial, pero no nos vayamos muy lejos y pensemos en nuestros Calixto y Melibea, ilustres vecinos, que finalizaron de aquella manera por amor y el malmeter de Celestina. Presumen mucho los turolenses de sus “Amantes” y poco decimos de nuestra trágica pareja, que tiene su parque, que era un huerto. Cuántos intentos de llevarse a alguien al huerto han terminado en calabazas. Otros no, y ahí están los “muertos troncos” convertidos en pupitres, donde los estudiantes enamorados tallaban su afán, como recogió Unamuno en su poema a Salamanca, en cuyas callejas situó “amores fugitivos”. Y quizás furtivos.

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lagacetadesalamanca Razón y corazón