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Hace dos días escribía en esta misma columna sobre el odio desatado en España por las izquierdas, y que nos ha llevado a vivir tristes — ... y peligrosos— episodios de una manera continuada. De la reciente profanación del Cementerio Alemán de Cuacos de Yuste, pasamos al asalto niñato-nazi de un acto político democrático en una institución tan sagrada y democrática —al menos presumiblemente democrática— como es una universidad. En esta ocasión el partido afectado fue, ¡cómo no!, el PP, y el blanco de las iras neonazis su primera candidata al Congreso por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo. El lugar fue la Universidad Autónoma de la capital catalana, donde estaba convocado un acto político constitucionalista y cuya celebración trataron de reventar cientos de borregos, que son esos pobres desgraciados ya “educados” en el ambiente de odio y mentira que es la Cataluña hoy, mezcla de palurdos, pijos y progres.
Pero lo mejor es que la candidata no se arredró ante semejante numerito, afirmando que “la democracia es siempre una provocación donde reina el totalitarismo”; un numerito por desgracia ya visto en otras universidades, donde habita mucho débil mental que sólo ha conocido una palabra en su vida: fascista. Para ellos todo es fascismo. Eres un político honesto, fascista; te pegaron un tiro en la nuca, fascista; sabes escribir, fascista; sabes además leer, fascista y medio; te gustan los toros, hijo de puta fascista... Uuuffff...
La conclusión a todo este despeñamiento nacional es que necesitamos muchas Cayetanas por toda España, en la tomada por los nazismos y en la España-España, por ejemplo Salamanca, donde nuestra falta de líderes, de gente preparada y comprometida, es nuestra mayor tara. Somos muy españoles, sí, pero no somos capaces de defendernos, de ser parte activa del conjunto de España. Ser español no es sólo manifestarse con una banderita, es construir un Parlamento donde se cumpla y se haga cumplir la Constitución y donde se tenga claro, resumiendo, que España no se toca. Y Álvarez de Toledo es el perfil a seguir. Y no se trata de que todos nuestros representantes sean doctores por Oxford, como es su caso, pero sí que tengan ideas claras y que sepan defenderlas y transmitirlas, pues otro gran problema de la política actual es que casi nadie sabe hablar, y ya cuatro palabras seguidas es un gran obstáculo para la mayoría... España no necesita pistolas ni puñetazos en la mesa, necesita gente brillante y valiente. Señora Álvarez de Toledo, tiene mi voto racional y entusiasta, pues al PP ya le voto, pero sin mucha emoción.
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