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Hace dos días escribía en esta misma columna sobre el odio desatado en España por las izquierdas, y que nos ha llevado a vivir tristes — ... y peligrosos— episodios de una manera continuada. De la reciente profanación del Cementerio Alemán de Cuacos de Yuste, pasamos al asalto niñato-nazi de un acto político democrático en una institución tan sagrada y democrática —al menos presumiblemente democrática— como es una universidad. En esta ocasión el partido afectado fue, ¡cómo no!, el PP, y el blanco de las iras neonazis su primera candidata al Congreso por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo. El lugar fue la Universidad Autónoma de la capital catalana, donde estaba convocado un acto político constitucionalista y cuya celebración trataron de reventar cientos de borregos, que son esos pobres desgraciados ya “educados” en el ambiente de odio y mentira que es la Cataluña hoy, mezcla de palurdos, pijos y progres.

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lagacetadesalamanca Quiero una Cayetana