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Ahora que ya estamos a pocas semanas de que empiece la Navidad, es el momento en el que los niños (y yo, por mi complejo ... de Peter Pan me considero como tal) nos ponemos a pedir a Sus Majestades lo que queremos que nos traigan. Antes de nada, debo recordar a Melchor, Gaspar y Baltasar, la necesidad de venir con un PCR negativo (los camellos no sé si también la necesitan), no vaya a ser que por un trámite los niños españoles se lleven un buen disgusto el día seis de enero. Que sí, que los Reyes son magos, pero vamos, para magia la del comité de expertos, que hacía y deshacía a su antojo, pero como los gamusinos, todos los quieren cazar, pero nadie los ha visto ni sabe dónde están. Qué cosas, oye.
Y sí, Melchor, que yo siempre he sido fan de Melchor, lo primero y principal que te voy a pedir es la vacuna contra el bicho, que podamos volver a nuestra vida de hace un año y ya, si no es mucho pedir, que no se encargue el Gobierno de gestionar la vacunación, porque el antecedente de la compra de los EPIS y mascarillas da mucho miedito.
Como he sido muy bueno, entre otros motivos porque gracias a la Junta, malos no hemos podido ser, me gustaría pedirte alguna cosilla más. Y ya que es Navidad, o va a serlo, y estamos en época de “bienquedismo” y algo de hipocresía, voy a pedirte algo no para mí, sino para otros que creo que de verdad lo necesitan. Para Iglesias quiero pedirte un estilista, alguien que le quite la pinta de Amy Winehouse de resaca (por cierto ¿nadie más pensó que con ese apellido la cosa no iba a acabar bien?). Para su “sanchidad” (copiado al gran Carlos Herrera) te pido un espejo mágico al estilo del cuento de Blancanieves, que le diga todos los días que es el más alto, el más guapo, el más listo... A ver si se relaja un poco. Para Arrimadas, una brújula, a ver si decide de una vez a dónde va. Para Abascal tila, mucha tila, y para Casado... Para Casado no sé, porque últimamente se le ve tan poco que parece que es un muñeco de ventrílocuo que lo tienen guardado en un cajón. La duda es quién le mete la mano por... La espalda.
En fin, Melchor, haz lo que puedas, de todos modos, muchas gracias, y nos vemos el día seis por la mañana. No hagas ruido que el día antes a las diez ya me habré metido en la cama.
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