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Se me ocurren pocos cargos políticos con tanto compromiso como el de un alcalde. Es el representante más cercano y por lo tanto el que puede cambiar esa infinidad de cosas cotidianas que le hacen a uno la vida posible o imposible. En su mano ... está el alumbrado de su calle, la limpieza de su acera, la licencia para abrir un negocio o la regulación de los horarios del bar de la esquina. De sus aciertos o errores depende que usted pueda aparcar mejor, tener un parque cerca o que se controlen los ruidos que a veces no le dejan dormir. Pero además de todo eso, el mayor compromiso del alcalde pasa por cruzarse cada mañana con quienes de forma directa disfrutan o sufren su gestión. En su caso el contacto directo con el ciudadano va en el sueldo y eso multiplica exponencialmente las probabilidades de recibir quejas o aplausos a la cara.
En la época más cortesana de los medios, se repitió hasta la saciedad aquella tontería de que los Reyes se habían saltado el protocolo para acercarse a la gente. Se decía y se mantenía, como si saludar o hablar con los ciudadanos fuera una anomalía en lugar de una obligación y un signo de educación. Por suerte, con el alcalde no hay distancias.
Se lo digo porque este sábado, que usted tiene la amabilidad de disfrutar leyendo La Gaceta, se entregan más de 8.000 bastones de mando en toda España, 362 de ellos en la provincia de Salamanca, la segunda con más municipios de Castilla y León después de Burgos. La gran mayoría lo hace a cambio de nada, por pura vocación o por empuje de sus paisanos. Sea por lo que fuere de todos ellos y ellas sus vecinos han escuchado en las últimas semanas promesas y compromisos que van mucho más allá de las vaguedades de los grandes programas electorales. El de Salamanca, Carlos García Carbayo, se ha comprometido con usted a llevar a cabo 118 medidas, entre ellas, congelar los cinco impuestos municipales durante los próximos cuatro años. El de Ciudad Rodrigo, Marcos Iglesias, ha prometido atraer empresas que pudieran invertir en la zona... Y así podríamos seguir hasta acabar la larga lista de municipios...
Se lo recuerdo porque a partir de mañana llega la hora de pasar de las palabras a los hechos. Empieza el “Acta non verba” que decían los latinos. Llega el momento de cumplir, señor regidor, su parte del trato. Si no lo hace, esos miles de ciudadanos que se va a cruzar por la calle y nosotros mismos estaremos aquí para recordárselo, querido señor alcalde...
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