Querellas de familia
Miércoles, 24 de noviembre 2021, 04:00
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LOS humanos somos capaces de actos sublimes, pero también de los más abyectos. Ya en el Génesis, Caín matando a su hermano Abel. Aunque el ... más recordado políticamente, es el apuñalamiento de Julio César por los senadores romanos, incluido Bruto - hijo de su amante -, al que el acuchillado hace la histórica pregunta: ¿Tú también, hijo mío? Hoy día los políticos traicionados se siguen haciendo la cándida pregunta. Se trata de compañeros de partido, los mayores enemigos, quienes hicieron exclamar al ocurrente Pío Cabanillas, “¡al suelo, que vienen los nuestros!”. O sea, el llamado “fuego amigo”. Claudio asesinando a su hermano, el Rey Hamlet, versión Shakespeare. El lector podría deducir que voy a tratar de Casado-Ejea-Almeida-Ayuso-Cayetana. No, porque ilustres opinantes lo han hecho ya. Solo recordaré algunos casos de deslealtades, conjuras y vilezas, que uno ha vivido en democracia, en este rincón de España (dejando al margen las que uno mismo sufrió).
Nada mas ganar UCD las elecciones generales de 1977, quedaban por celebrarse las municipales y de otras entidades, como la Cámara Agraria. Nos salían candidatos a alcaldes y a diputados provinciales por todas partes, algunos dispuestos a desjarretar a los correligionarios que tuvieran análogas aspiraciones. En la capital aspiró a la alcaldía un droguero medio arruinado, con lista propia de concejales, desafiando al “aparato” del partido. Y hubo quien intentó presidir a las gentes del campo, con sucias maniobras, sin poseer ni un becerro, ni una carrasca, ni un palmo de tierra. Aunque la mas grave deslealtad conocida por estos pagos, fue la tramada por el PSOE, con los suaristas Charo Diego y José Luis Sagredo, contra el nominado a presidir la Diputación por el PP, el alcalde de Vilvestre, Casimiro Hernández Calvo. Lograron levantársela, en favor de José Dávila. Aún produce bochorno recordar el “davilazo”.
Cuando UCD se hundió – entre otras cosas, por las intrigas internas -, el PP, la derecha salmantina, “con divisa verde y oro”, estaba presidida por Manolo Estella. En incidente que hace pocos días recordaba con detalle este diario, quien se creía todopoderoso, preparó un asalto al poder. Pero Fraga amparó a Estella, y Jerónimo Iglesias Carrasco y su escudero Javier Santos, salieron trasquilados.
Aún está reciente la conjura interna, entre socialistas, para privar al veterano Emilio Melero del acta de Senador, poniendo en la papeleta una sola cruz a la luchadora Pepita Mena, que se alzó con el escaño. ¿Y recuerdan a la “ciudadana” mirobrigense María Montero, pasándose al PSOE, ¿en las Cortes castellanas? En fin, en el PP charro, surge el colectivo llamado “los díscolos”. Tendrán sus aspiraciones legítimas, pero nacen en un momento notoriamente inoportuno para el objetivo nacional: echar a Sánchez, traidor a España y al propio PSOE.
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