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En realidad, ya están aquí desde hace mucho tiempo. Comercialmente hablando, claro. Con los restaurantes dieron la campanada hace varias décadas y mucha gente se ... aficionó a la comida china. Todo un descubrimiento que hasta entonces solo se ofrecía en las grandes ciudades y, por supuesto, en el extranjero. En pocos años menudearon los restaurantes de nombres similares, alusivos a la Gran Muralla o a otras peculiaridades geográficas y urbanas, pero con idéntica decoración. Después, los bazares de todo a cien vinieron a instalarse casi en cada barrio, dando al traste con los pequeños negocios incapaces de competir en precios ante la masificadora avalancha de variopintas ofertas. Calidades ínfimas, por lo general, a precios ínfimos. Más tarde, buscaron mejorar la imagen de los comercios y camuflaron el origen inequívocamente asiático de los productos con una mejor decoración de las tiendas y con ropas y complementos de aceptable diseño a precios moderados y asequibles a amplios segmentos de la población. O sea, chinos que no parecían chinos, porque apenas se dejan ver caras orientales tras el mostrador.

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lagacetadesalamanca Que vienen los chinos