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La duda sobre qué va a pasar este año en la vuelta al cole la ha resuelto la princesa Leonor, en cuarentena después de ... varias horas escolares, lo que hace preguntarnos cómo será de normal una cuarentena en un palacio y si tendrá buena conexión a internet para las clases a distancia. Entonces, la duda ha derivado en una pregunta retórica porque todos sabemos qué va a ocurrir este curso pandémico, que ha comenzado con niños enchiquerados desde la entrada en estos tiempos sin más toros que los de la exposición de La Salina, e higienizados, y padres en las puertas del colegio apiñados como almendras garrapiñadas y preocupados, muy preocupados. Es lo normal. Nuestro Rogelio González Sarmiento, científico del IBSAL, ha dicho que con mascarilla y distancia (temporal y física) podemos seguir adelante en esta nueva normalidad. Se lo he leído mientras escuchaba de fondo el “ponte la máscara” de Marisol, luego Pepa Flores, uno de esos discos raros que me extraña que no haya sido rescatado en estos meses pasados, al igual que el “No mires a los ojos de la gente”, de Golpes Bajos: “no mires a los ojos de la gente/ me dan miedo, mienten siempre/ No salgas a la calle cuando hay gente...”. Hay todo un cancionero de la pandemia, una play list, que alguien ya está recopilando, quizá para imitar a nuestro Basilio Martín Patino (“Canciones para después de una guerra”) y editar una “Canciones para después de una pandemia”. Canciones con el sonido añejo de los discos de antes, ahora llamados vinilos, que hoy rivalizan con los formatos digitales. Salamanca cuenta con devotos del disco clásico, sobre todo por un pasado profesional vinculado a él, como es el caso de Paco Montes, Cipri“SantaBárbara”, PepeRamos, VíctorVillarroel, CarmenLP... Hoy se reeditan clásicos con las portadas y canciones originales, y las tiendas de Libreros con discos usados son lugares de peregrinación en busca de la luz/sonido del pasado estos tiempos donde lo vintage/antiguo cotiza al alza, quizás por la nostalgia de otras épocas sin más máscaras que las de carnaval ni más caras cubiertas que las de aquellos que no quieren ser reconocidos, por ejemplo en el juzgado, donde el PP vuelve a tener otra estación en su vía crucis de los últimos años con nombre inglés, como una estación londinense. ¿Qué dicen nuestros académicos de la Lengua ante el avance de la terminología inglesa, contagiando, incluso, algo tan nuestro como los casos de políticos ante el juez?
A lo que vamos, no queda sino esperar que ocurra en este curso lo que todos esperamos que suceda. Toca apelar a la paciencia y la resistencia. Ha venido Adolfo García Sastre, microbiólogo de Mont Sinai, con pasado salmantino, a darnos cierta esperanza al asegurar que a mediados del año que viene habrá un porcentaje importante de la población vacunada, o sea, para los exámenes finales. Menos mal, porque la pausa en la vacuna de Oxford cayó como una bomba en la puerta de los colegios, desanimando a la apiñada concurrencia, ajena a las recomendaciones de distancia, de que corra el aire, en todo tipo de reunión. Ahora toca determinar a quién se vacuna primero y se pone la mirada en los sanitarios, con algunos de mis conocidos evitando ser los primeros y mirando a una isla tropical, de esas que te hace imaginar Sandra Bernardo, anoche en la Casa de las Conchas, cuando canta. Las suyas son, también, canciones para una pandemia, como las fotografías de Victorino García, las recetas de Antonio Martín / Don Seto, los cuentos de Concha Torres (“La chica de ayer”), las explicaciones de Eusebio Mayalde, las fantasías pictóricas de Florencio Maíllo, Montero y Horna o las de la Galería Urbana del Oeste, ampliada estos días. Y que corra el aire.
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