Secciones
Destacamos
Sí o no. Blanco o negro. Conmigo o contra mí. Con cebolla o sin cebolla. No hay matices, ni con la tortilla de patata. Vivimos ... en una sociedad empeñada en diluir cualquier atisbo de modulación. Todo o nada. Y esa dicotomía va ganando terreno, invadiendo un espacio en el que antes convivían una incalculable escala de grises. Y la fiesta de Castilla y León, el Día de Villalar, es un triste ejemplo de esa deriva. La disrupción de las ideologías más radicales y su posterior institucionalización han tensionado hasta el extremo una celebración que muchos venden como la evidencia del quiero y no puedo de Castilla y León en su camino como comunidad. Y el exponente más claro lo tenemos en las Cortes autonómicas. Sentado en el sillón preferente de la mesa, el presidencial, el de Carlos Pollán. El boicot que desde su posición de representante de todos los castellanos y leoneses está auspiciando contra la fiesta de la comunidad ya no sólo es censurable, debería ser intolerable por su grosería. El año pasado se marcó una cobra institucional a Villalar, hizo pellas por decisión personal, se entiende que amparado por Vox y por su cacareado leonesismo. Este domingo va a ir mucho más lejos, se ha montado una coartada alternativa, una Jornada de Puertas Abiertas en las Cortes. Con un par. A tirar de chequera con el dinero público para seguir saliendo en la foto. La impunidad con la que los políticos nos vacilan a los ciudadanos roza lo grotesco y sólo es comparable con la indolencia con la que lo asumimos sin exigir responsabilidades.
A Vox no le gusta Villalar. Lo ha estrangulado financieramente y no veremos a ninguno de sus cargos almorzando panceta en la campa. ‘Es una fiesta de comunistas y filoetarras’, es su sentencia. Y aunque ha sido y es una jornada de reivindicación, contagiada del espíritu comunero, el empeño de algunos cabezotas autonomistas consiguió que durante un tiempo no se interpretara únicamente como patrimonio de la izquierda. Todos entran en Villalar, y eso es lo que muchos no entienden. Es posible que esa idea cortocircuite sus esquemas mentales.
Su caso es único en España. En Galicia presumen de Santiago, en Asturias de Covadonga o en Aragón de San Jorge. Aquí, se avergüenzan de Villalar. O San Ikea, como lo llamó el homo antecessor de Pollán, el salmantino Luis Fuentes. Así que es de agradecer que otros rostros que representan a la comunidad, caso de Mañueco, se vayan a pasear a Villalar, aunque no se coma el bocadillo de panceta.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Roberto Mayado. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.