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Este año el virus maldito nos hizo perder la primavera, las dulzuras de abril (a Sabina ya le habían robado el mes entero) y buena ... parte de los aromas de mayo. Pero miles de personas perdieron la vida, lo cual es peor. Duele cuando una de esas personas es un médico amigo de la infancia, compañero de deberes colegiales, entregado a su trabajo hasta el último día en que el zarpazo del coronavirus lo llevó desde el Centro de Salud donde ejercía su profesión –su pasión-- hasta las urgencias hospitalarias, y de ahí al abrazo de la muerte, pero sin el abrazo de sus hijas.

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